Verduras que alimentan y curan

Desde que los primeros grupos humanos comenzaron a cultivar, seleccionaron plantas que, además de incluirse en la dieta, tuvieran propiedades para mejorar la salud.

En el antiguo Egipto y en China se cultivaron plantas medicinales junto a las hortalizas por sus propiedades analgésicas, digestivas o carminativas. Algunas verduras tenían incluso ambas virtudes como el hinojo y el ajo. Hipócrates (460 – 370 a. de C.), el padre de la medicina, hace 25 siglos aseveraba en su máxima más famosa la importancia de una alimentación saludable: “Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”. Los sucesivos descubrimientos científicos que han conducido hasta la medicina moderna han consolidado esta sentencia. Todas las verduras que se producen en una huerta familiar además de ser un alimento tienen otras propiedades muchas veces desconocidas.

Preparaciones tan sencillas como ensaladas, tartas, buñuelos o cualquier plato rico en verduras no sólo nutre sino que además aporta compuestos benéficos para mantener un estado saludable. La achicoria junto a sus parientes más cercanos el radicchio y la radicheta son depurativas, diuréticas y tienen un efecto suavemente laxante. El ajo, regula la presión sanguínea. Tiene propiedades antibióticas y antibacterianas, lo cual contribuye a mejorar cuadros gripales y de bronquitis. Otra virtud que se esconde en sus dientes es la de ser un excelente antiparasitario.

Muy digestivas

Hay un grupo de verduras que favorecen el tránsito intestinal y ayudan a digerir otros componentes, como las grasas, de las preparaciones más complejas.

El salsifí es la raíz comestible que está recobrando fama gracias a los chefs que la suman en sus platos. Hasta hace unos años, se conseguía en las verdulerías y también era cultivada en las huertas de inmigrantes de origen mediterráneo. Es aperitivo y mejora la digestión. Para prepararlo hay que limpiarlo bien con cepillo y eliminar la tierra adherida. Se hierve algo más de media hora y luego se pela. El resultado es un bocado muy original, con sabor a espárrago, pero con una textura similar a la papa. Es rico en vitamina E, B1 y B2. Contiene inulina, un prebiótico ideal para la microbiota intestinal. Los prebióticos son compuestos no digeribles que facilitan la actividad y el crecimiento de bacterias benéficas en el intestino.

En ensaladas y sopas

La cebolla es beneficiosa para la salud cardiovascular, respiratoria y articular. El hinojo es un tónico digestivo. Las infusiones suaves de esta hortaliza ayudan a superar los cólicos digestivos de los recién nacidos. Es galactógeno, ayuda a la producción de leche materna. A los bebés en fase de primera dentición les alivia morder las ramas semiduras del hinojo que se usa como “mordedor”. El puerro es antidiarreico consumido en caldos y muy rico en fibra cuando forma parte de sofritos y rellenos. Las hojas tiernas de la lechuga son parte de la clásica ensalada, pero las hojas más duras y externas al sumarlas en los caldos tienen propiedades sedantes, relajantes e inductoras del sueño.

El secreto de la salsa

El tomate es muy rico en licopeno, un pigmento carotenoide que le confiere su atractivo color. Según recientes estudios, las personas que lo consumen adquieren una protección significativa frente a enfermedades cardiovasculares. También reducen el riesgo de sufrir diabetes, ceguera, sordera y otros trastornos asociados al envejecimiento prematuro. A diferencia de otros compuestos que desaparecen al exponerse a la cocción, con el licopeno ocurre lo contrario. El calor rompe las membranas celulares y permite su salida, de esta forma se absorbe con el triple de eficacia.

Brócoli y compañía

Las brasicáceas (ex crucíferas) están llenas de sustancias que garantizan la buena salud. Son ricas en glucosinolatos que estimulan el sistema inmunitario para que el organismo elimine células tumorales. Son ricas en ácido fólico, hierro y clorofila, grandes preventivos de la anemia. El brócoli ejerce una acción hepática compleja y resulta un gran depurador del organismo.

La mejor expresión de todas estas sustancias promotoras del buen estado de salud, se logra manteniendo vital el suelo donde crecen las verduras. La exposición correcta al sol, el riego y el abonado serán la clave del éxito. Cada temporada tiene sus verduras insignias y son las más indicadas para consumir en ese momento. Las invernales proveen sustancias que controlan infecciones y patologías relacionadas a las bajas temperaturas. En cambio, las hortalizas de la temporada cálida son en general muy jugosas y llenas de antioxidantes, como el pepino y el tomate momento en que las altas temperaturas y el sol estival exigen una mayor hidratación y protección a los rayos UV.

Fuente: www.airedesantafe.com.ar

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