Qué es el síndrome del burnout o del quemado

El agotamiento es un proceso gradual. No sucede de la noche a la mañana y aunque los signos y síntomas son sutiles al principio, empeoran con el tiempo.

El exceso de trabajo, también conocido como síndrome de burnout, fue reconocido en 2019 como un trastorno mental en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo lo asocia a la sección “problemas asociados al empleo y desempleo” y lo describe como “un síndrome resultante de un estrés crónico en el trabajo que no fue gestionado con éxito”.

El agotamiento es un proceso gradual. No sucede de la noche a la mañana y aunque los signos y síntomas son sutiles al principio, empeoran con el tiempo. Los efectos negativos se extienden a todas las áreas de la vida, incluyendo el hogar, el trabajo y la vida social. A su vez, puede causar cambios a largo plazo en el cuerpo convirtiéndolo en vulnerable a distintas enfermedades.

El burnout se caracteriza por tres factores: el agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución de la capacidad de toma de decisión o iniciativa. La primera, el agotamiento emocional es cuando una persona no reacciona emocionalmente como hubiese debido reaccionar. Cuando una persona está triste porque el acontecimiento es triste, debe sentir tristeza, y cuando hay algo de alegría, se tiene que reír, debe sentir alegría. Si no hay esa consonancia entre lo que sucede y lo que uno vivencia, eso se llama agotamiento emocional y es lo que se conoce cuando uno no está empatizado en empatía con la circunstancia emocional que a uno lo rodea.

El segundo elemento es la despersonalización, una persona con burnout se aleja del otro. Puede hacer su tarea hasta con eficiencia pero no tiene humanidad, no tiene contacto con la otra persona, lo hace mecánicamente, toda su actividad laboral y cotidiana es automática, no hay trato humano.

Tercero, producto de los anteriores, la persona con burnout, disminuye su capacidad de iniciativa, su capacidad de toma de decisión, es una forma de estrés crónico.

En el 2020, según un relevamiento, el 47% de los argentinos admitió tener algunos días buenos y otros malos durante el período de aislamiento, y un 9% reconoció que el encierro se le hizo difícil de llevar. A eso se podría sumar un 36% que sentía un poco de temor por el futuro.

Al hablar de las preocupaciones de los argentinos: la salud (32%) y en casi igual medida la economía del país (30%) son las cuestiones que más les preocupan, y por supuesto que el tema laboral no se queda atrás (21%).

Este año, la pandemia del COVID-19 golpeó fuerte al sector de salud, y según un relevamiento de la Asociación Argentina de Terapia Intensiva (SATI), el 88% del personal de salud “tienen signos de agotamiento”. Estos son médicos intensivistas, enfermeros especializados, traumatólogos, anestesistas, entre otros especialistas que todos los días asisten a los pacientes internados en cuidados intensivos.

Del informe se indicó que el 61,46% del personal se siente irritable y el 57,81% sufre trastornos del sueño, como consecuencia del estrés que viven, entre otras cosas, por tener que informar los fallecimientos diarios de enfermos a sus seres queridos.

Esto no es todo, los afecta la incertidumbre de no conseguir una cama de cuidados de alta complejidad para el 23% de los pacientes graves conectados a un respirador mecánico, que están alojados en salas comunes. El 75% de los internados en terapia en todo el país necesita ventilación mecánica, según el trabajo de la SATI.

Estos no son los únicos signos que afectan al personal de salud: el 36,46% de los trabajadores sanitarios que se desempeñan en terapia intensiva -según el relevamiento fechado el 11 de junio pasado- en algún momento se mostró “agresivo”; más del 36% también tuvo muestras de “impaciencia”, y el “ausentismo” del personal por esta combinación de factores llega al 30%.

*El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN: de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.

Fuente: www.infobae.com

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