La era del meme: humor para tolerar lo intolerable

ADEMÁS DE VOLVERSE INDISPENSABLES PARA REIVINDICAR ALGUNOS PRODUCTOS CULTURALES, LOS MEMES SON CAPACES DE SOSTENERNOS EN TIEMPOS DIFÍCILES, RECONFORTAR A TRAVÉS DEL HUMOR Y GENERAR COMUNIDAD. ¿QUÉ SERÍA DE NOSOTROS SIN ESTA JOYA DE LA ERA CONTEMPORÁNEA?

Wikipedia define al meme como un elemento cultural o de comportamiento que se transmite de persona en persona o de generación en generación. Según el científico Richard Dawkins, quien acuñó el término, se utiliza para referirse a “unidades culturales aprendidas o asimiladas que no se transfieren de forma genética”. Pero hoy los memes son lo primero que vemos cuando nos despertamos y abrimos las redes sociales, son la razón de ser de nuestros grupos de WhatsApp e incluso pueden enaltecer, rescatar de la oscuridad o hasta hundir un producto de la cultura pop.

Los memes se han convertido en algo más que meras imágenes, textos, videos u otra forma gráfica expresiva que se disemina espontáneamente por la web. Hoy son armas de destrucción o construcción masiva, según cómo se miren y se usen. Son críticas humorísticas ácidas, son comentarios de época, son reprimenda social y festejo colectivo. Nos informan sobre lo relevante y de qué se está hablando, y también parecen responsables del éxito o fracaso de numerosos productos culturales: de films a series, pasando por programas de TV y hasta figuras mediáticas que saltan a la fama gracias a ellos.
Pueden impulsar y legitimar fenómenos, pero también sostenernos en tiempos difíciles, reconfortar a través del humor y generar comunidad. ¿Salvados por internet… y los memes?

Una relación íntima: cine y memes

De 9GAG y Reddit a los productores seriales de memes que pueblan internet a través de su forma más contemporánea, como cuentas de Instagram, se ha recorrido un largo camino, y en ese ínterin, el cine y la TV se han convertido en grandes generadores de momentos “memeables”. Lo interesante es que los memes, además de volverse indispensables para reivindicar algunos productos –consumo irónico mediante–, también están permitiendo revisitar hitos olvidados o poco conocidos por públicos modernos. Un caso reciente es lo que sucedió con la adaptación para cine de Dear Evan Hansen, el exitoso musical de Broadway, cuyo cast multiestelar parecía asegurar el éxito (Julianne Moore, Amy Adams, Amandla Stenberg, Kaitlyn Dever), pero que terminó con poca recaudación en la taquilla, no muy buenas críticas y cientos de memes de su actor principal, Ben Platt, en situaciones paródicas.

Antes de que saliera el film se bromeaba con la edad real del actor, mucho más grande que el protagonista adolescente de la obra, pero luego se criticó la adaptación y lo ridículas de algunas tomas y situaciones pensadas para la intimidad del teatro que se tradujeron mal a la gran pantalla. Sin embargo, como señala el crítico James Rich, del The New York Times, esto permitió que se hablara de la película y que se hiciera conocida para públicos que no estaban familiarizados con la obra original.

¿Mejor que se hable mal a que no se hable en absoluto? Bueno, también hay que tener cuidado con esto: ya sabemos cómo terminaron films como Sharknado, que, ante una premisa inicial demasiado absurda, como un tornado de tiburones, quedó enterrada antes de su estreno.

Otras veces, el éxito de un meme viene de la fascinación con algún proyecto que salió tremendamente mal o una película o serie de TV que hay que ver para consumo irónico. En el primer caso, vienen a la mente la transposición del musical Cats, en 2019, y la adaptación del hit escandinavo Let the Right One In para las audiencias estadounidenses, a las que les fue pésimo, o la nueva versión de Los ángeles de Charlie, por citar algunos flops de proyectos de prestigio o remakes ridiculizados.

Pero en el segundo caso, y tomando un ejemplo local, nadie se animaría a decir que la serie Amor en custodia sea una de las joyas televisivas vernáculas y, sin embargo, gracias a la explosión en los últimos meses de un meme de Osvaldo Laport agarrándose la cabeza (tomado de una escena de alto voltaje erótico con Soledad Silveyra), el consumo irónico sobre este programa de TV parece revivido por público de todas las edades. No extrañaría que se repusiera la telenovela en algún momento en la TV de aire.

A veces el meme potencia el producto original, como sucedió con películas recientes aclamadas por la crítica con gran variedad de referencias esparcidas por las redes, como el pequeño film de culto y terror Midsommar o la oscarizada Lady Bird. Lo mismo con El juego del calamar, el hit de Netflix: la versión criolla mostraba a los participantes tratando de abrir un paquete de galletitas correctamente.

A veces, lo único que recordaremos de un consumo son las bromas o escándalos que despertó un meme. Y en casos como el de Snakes on a Plane, alcanza con ver los memes de Samuel L. Jackson para saber de qué trata, qué sucede y qué esperar de la película. “Este es un clásico ejemplo de un film que se vuelve tan popular como meme que luego la película parece redundante. Todo el mundo estaba riendo con ella meses antes de su estreno”, comentan en el sitio Gizmodo.

Por qué los memes importan

Pero, como decíamos al comienzo, los memes son también comentario social y ofrecen un impensado confort psicológico: el equivalente a la charla de pasillo, la excusa para hablar con amigos o desconocidos, algo que extrañamos más que nunca en este escenario pandémico, en busca de la presencialidad y el encuentro colectivo.

El humor permite enfrentar situaciones de angustia, empatizar con el fracaso. Por eso, en los inicios de 2020, nuestro WhatsApp explotaba de memes sobre la pandemia y el encierro, como un modo de transitar lo traumático del contexto. Manotazos de humor para tolerar lo intolerable. La interpretación del código del meme es prácticamente automática, por eso podemos replicarla fácilmente en diferentes contextos (familia, escuela, trabajo, canales de comunicación, etcétera). El meme construye comunidad mediante la identificación lograda en el humor que genera esa imagen, convirtiéndose en un enorme recurso de comunicación, ya que permite conectar con la audiencia”, aporta Teresa Crivaro, psicóloga e improvisadora teatral, que actualmente facilita talleres de creatividad y de humor como recursos comunicacionales.

A su vez, el meme permite articular críticas a través del humor. Es por eso que, en este contexto de reivindicaciones feministas, desastres ambientales e injusticia social, es posible que mucho de lo que se comparte en redes sociales al respecto de estos temas tenga una cuota de humor mediante memes. A sabiendas del poder replicador de la web y lo democrático que se vuelve la figura del meme (la imagen es repetible y fácil de imitar, cualquiera puede hacer uno), muchos creadores y activistas buscan capitalizar ese poder a su favor.

Un film reciente que reflexiona sobre el poder de informar y desinformar de los medios y el impacto duradero de los memes es Don’t Look Up, sobre la crisis ambiental. En ella, el personaje encarnado por Jennifer Lawrence es ridiculizado luego de una aparición televisiva donde denuncia la catástrofe inminente.

Estas nuevas y extrañas formas de hacer perdurar momentos y figuras, de crear hitos o enterrar productos, de contribuir al comentario social y el activismo, ya están entre nosotros. Tal vez sea cuestión de empezar a observar más de cerca su impacto a futuro.

Fuente: Planeta Urbano

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