La castración mejora la conducta y la salud de perros y gatos

Además de mejorar hábitos que perjudican la convivencia, la esterilización felina y canina de machos y hembras trae beneficios a su salud. 

La castración quirúrgica es una cirugía común practicada para el control reproductivo de perros y gatos y se incluye dentro de la tenencia responsable de los animales de compañía.

Además, en la práctica clínica se recomienda para la prevención de enfermedades relacionadas con las hormonas sexuales o el sistema reproductor y como parte del tratamiento de diferentes problemas de conducta, como el marcaje con orina, la monta sexual o algunos tipos de agresividad.

Las hormonas presentes antes y después del nacimiento juegan un papel muy importante en el desarrollo y control de las conductas específicas de cada sexo.

Durante el desarrollo fetal las hormonas sexuales tienen un efecto organizador sobre los órganos sexuales y sobre el cerebro. Ya en la vida , durante la pubertad, las hormonas sexuales tienen un efecto disparador o activador.

Los machos experimentan un aumento de la secreción de testosterona (andrógenos) alrededor del nacimiento que es responsable de la “masculinización” del cerebro con la posterior exhibición del comportamiento típico del macho.

Sin la influencia de la testosterona el cerebro seguiría siendo femenino independientemente de las gónadas presentes.

Debido a ese efecto organizador de los andrógenos, los machos se diferencian en su comportamiento de las hembras, por ejemplo, en el juego o en la postura para orinar.

Por ello tanto los machos como las hembras tienen circuitos neuronales básicos para los patrones de comportamiento típicos de ambos sexos.

En la especie canina, la castración en los machos ejerce una influencia notable sobre las conductas sexualmente relacionadas, y la reducción de ellas varía entre el 50% y el 90%. Estas conductas son el marcaje con orina, el vagabundeo, la monta sexual y la agresividad intrasexual (de macho a macho).

Así, los porcentajes de reducción de esas conductas en el perro macho tras la castración fueron de un 50% en el marcaje con orina, un 66% en la monta sexual, 68% en la agresividad intrasexual y 90% en el vagabundeo.

El efecto de la castración sobre estas conductas no dependería de la edad de castración ni del momento de presentación del problema, aunque, en concreto, el comportamiento de cópula puede persistir en los machos y parece depender más de la experiencia sexual previa que de la edad de castración.

En cuanto a los felinos, en el gato la castración reduce la monta, el vagabundeo, el marcaje con orina y la agresión entre machos en un 80% a 90% de los casos.

En el caso de las gatas la castración disminuye las conductas sexuales y las conductas agresivas.

La castración temprana (6-16 semanas de vida) en la especie felina no afecta al desarrollo de problemas de conducta potenciales, si bien se asocia con un aumento de la timidez hacia extraños y la disminución de la hiperactividad.

En suma, la castración, más allá de los efectos probados de evitar tumores mamarios en la hembra castrada antes del primer celo o inmediatamente luego de él , tanto en perras como en gatas y de evitar tumores testiculares y prostáticos en los machos de ambas especies sería un auxiliar interesante en manos idóneas profesionales para evitar trastornos de conducta claramente evitables.

Fuente: www.infobae.com

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