Estos son todos los tipos de abonos orgánicos existen

Conocé los múltiples beneficios de esta alternativa natural.

Los suelos de cultivo necesitan nutrientes que los hagan más productivos y optimicen la calidad de las plantaciones. En esa línea, la agricultura ecológica toma distancia de los agentes químicos y se orienta a los abonos orgánicos.

Esta alternativa reduce costos, genera menor impacto ambiental y es efectiva en la reposición de materia orgánica perdida durante la siembra. No obliga a depender de productos artificiales, pues sin aditivos sintéticos fortalece las características de la tierra para siembras ornamentales, frutales o bajo invernadero.

Su fin es aportar los nutrientes indispensables para que las plantas crezcan, sin necesidad de emplear sustancias artificiales, con las que se corre el riesgo de sobrealimentarlas o quemarlas.

Pueden ser caseros o comprados en tiendas. Los hay sólidos (para la base), líquidos (más absorbentes porque se desenredan con facilidad) y verdes (de liberación lenta, alimentando la planta a largo plazo). A continuación, los más usados.

Estiércol animal: común entre los caseros, se trata del excremento de aves, equinos y reces, cuyos nutrientes favorecen los cultivos. Están listos una vez que dejás descomponer las heces para el compostaje.

Cenizas: mejoran el pH de los suelos ácidos, ya que son ricas en potasio y fósforo. Mezclar cenizas de madera, leña u hojas secas con agua de riego y sustrato forma un abono ecológico.

Posos de café: dejá reposar en agua durante tres días el café molido que queda en la cafetera. El resultado será un abono líquido con alto contenido en nitrógeno y sustratos.

Harina de hueso: los huesos de animales aportan calcio y fosfato, ayudando al fortalecimiento de las raíces y a la floración de los huertos. La manera de obtenerlos es en mataderos, para molerlos y convertirlos en harina. A menudo, los agricultores los prefieren en el cultivo de árboles frutales, bulbos y flores.

Mariscos o harina de cáscara: se consigue al aplastar conchas de cangrejos u otros crustáceos. Aparte de fósforo y calcio, inyecta a los suelos minerales y quitina, un estimulante promotor del crecimiento de organismos que privan la generación de gusanos dañinos.

Extractos de algas: las plantas también sufren estrés, lo que afecta la fecundación, el crecimiento vegetativo, el rendimiento de los frutos, la floración y el cuajado. Para salvarlas hay un bioactivador natural: el extracto de algas. Con frecuencia se usan Laminaria de Noruega y Ascophyllum nodosum. A las algas se les relaciona con la agricultura debido a su alto contenido de fibras y minerales para acondicionar y fertilizar.

Vinagre: es bueno regar cada 3 meses la tierra con una combinación de vinagre y 10 litros de agua. La fusión proporciona el ácido acético que activa el desarrollo del cultivo. Es recomendado en suelos ácidos, en especial cuando la plantación es de camelias y hortensias.

Cáscara de huevo: además de nutrir, cuida las plantas de plagas como los caracoles. La cáscara se lava y tritura; después se ubica de modo que proteja las raíces. Su contribución es alta en calcio, ideal en sembradíos de hortalizas y verduras.

Restos de cabello: tanto humanos como animales pueden contribuir con los abonos orgánicos, debido a que el pelo contiene nitrógeno. Los restos que quedan en los peines mezclalos con tierra y añadilos cerca de las raíces de las plantas.

Té de banana: en el caso de las plantaciones a las que les hace falta potasio, el remedio es el hervido de cáscara de banana en 1 litro de agua. Cuando alcance la ebullición, retirala del fuego, colá y completá con 2 litros de agua fría. Con esto regás la tierra.

Turba: es un carbón que ayuda al pH del suelo. Se llega a él fosilizando materia orgánica de carbohidratos, minerales y ácidos húmicos, acumulada de elementos vegetales que soportan temperaturas heladas con mucha agua y poca oxigenación.

Abono compost: resulta de la descomposición de frutas, vegetales, yogures, hortalizas y estiércol animal. Su proceso requiere conservar de 3 a 4 meses los restos en temperaturas de 60 a 70 grados centígrados, hasta que las capas se tornen marrón y estén libres de microbios.

Vermicompost: es una variación del compost, pero con grandes cantidades de nitrógeno. Se forma con composta común, tierra negra y las heces de lombrices, de preferencia las rojas californianas, por su contenido en ácidos húmicos y acéticos.

Enmiendas húmicas u orgánicas: son la fusión concentrada de abonos orgánicos, como la turba, el compost y el estiércol. Las hay líquidas y sólidas. En cualquier presentación las recomiendan para el sistema radicular vigoroso del cultivo.

Enraizantes: destacan por su poder bioestimulante en el desarrollo de las raíces. Los preparás con semillas de trigo, lentejas, granos de café, trozos de canela o ramas de sauce remojadas varias horas en agua. Con este líquido llevás a cabo la hidratación del terreno.

Lavanda: atrae insectos polinizadores, lo que significa mayor polinización de flores y mejor salud del jardín o huerto. Así que sembrá lavanda.

Compost bocashi: si fermentás soja, semolina de arroz y harina de pescado conseguís este abono japonés. Su efecto es inmediato, pero la preparación es lenta: tarda casi tres semanas. Sucede que antes de unir los ingredientes se les incorpora suelo de bosque, con el objetivo de estimular los nutrientes.

Hierba cortada: al podar procedé a remojarlas en abundante agua durante dos días. Después mojá la base de las plantas con este líquido, antes del riego rutinario.

Ventajas de los abonos orgánicos

– Incrementan la actividad microbiana de los suelos y mejorar el rendimiento, sin alterar su composición.

– Son económicos y no dañan los ecosistemas.

– No requieren solventes, ya que se aplican directo sobre el terreno.

– Por ser oscuros absorben en mayor índice las radiaciones solares, de modo que el suelo gana más temperatura.

– Retienen más agua, lo que es favorable en el verano.

– Transforman la estructura de los suelos. Los arcillosos en ligeros y los arenosos en compactos.

– Minimizan la erosión del viento y agua.

– Son fuente de energía para microorganismos, lo que se traduce en su multiplicación.

Es importante el manejo correcto, sean químicos u orgánicos, sobre todo para el cultivo de lo que consumís. De lo contrario, las consecuencias serían directas contra la seguridad alimentaria.

Fuente: lt10.com.ar

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