Donde antes se veían delicados espirales de epidermis levemente rígida, ahora hay unos engordados pliegues de piel tipo pasa de uva. Eso es lo que sucede si estamos con los dedos un buen rato remojados, ya sea bajo la ducha, la bañadera o la pileta.
Este impresionante cambio es familiar, pero también desconcertante. Después de todo, solo la piel de los dedos de las manos y los pies se arruga cuando se sumerge en agua, mientras que la de otras partes del cuerpo, como los antebrazos, el pecho, las piernas y la cara, permanecen igual que antes de sumergirse.
Por qué la piel de los dedos se arruga en el agua
Se necesitan unos 3,5 minutos en agua tibia (la temperatura considerada ideal es de 40°C) para que las puntas de nuestros dedos comiencen a arrugarse. A temperaturas más bajas de alrededor de 20°C, puede tomar hasta 10 minutos. Pero la mayoría de los estudios ha concluido que se necesitan unos 30 minutos en el agua para lograr la máxima arruga.
El patrón de arrugas depende de la forma en que la capa más externa de la piel, la epidermis, se fija a las capas debajo de ella.
Lo que sucede es que cuando las capas superiores de la piel se hinchan ligeramente y los niveles inferiores se contraen al mismo tiempo, las arrugas se pronuncian mucho más rápido, según Pablo Sáez Viñas, ingeniero en biomecánica de la Universidad Politécnica de Cataluña en España, que utilizó modelos informáticos para examinar el mecanismo.
“Se necesitan ambos factores para tener niveles normales de arrugas”, dijo. “Si no tienes esta reacción neurológica, como en algunas personas, las arrugas no aparecen”. Pero si la arruga es controlada por nuestros nervios, significa que nuestro cuerpo reacciona activamente a la inmersión en agua.
Aspectos positivos de que se arruguen los dedos en el agua
Con la ayuda de 500 voluntarios que visitaron el Museo de Ciencias de Londres en 2020, Davis midió cuánta fuerza se necesitaba para que sostuvieran un objeto de plástico.
Tal vez como era de esperar, aquellos que tenían las manos secas y sin arrugas tenían que usar menos fuerza que las personas con las manos mojadas, por lo que su agarre al objeto era mejor.
Pero cuando sumergieron sus manos en el agua durante unos minutos para que sus manos se arrugaran, la fuerza de agarre necesaria cayó entre los dos grupos, incluso si sus manos todavía estaban mojadas.
“El resultado fue sorprendentemente claro”, explica Davis. “Las arrugas aumentaron la fricción entre los dedos y el objeto. Lo que fue particularmente interesante es que nuestros dedos son sensibles a este cambio en la fricción de la superficie y usamos esa información para aplicar menos fuerza para sostener un objeto de forma segura”.
El objeto que sostenían los voluntarios de Davis pesaba menos de un par de monedas, por lo que el agarre requerido era pequeño. Pero para realizar tareas más difíciles en ambientes húmedos, esta diferencia de fricción puede ganar importancia.
“Si no tienes que presionar un objeto tan fuerte para sostenerlo, los músculos de tus manos se cansan menos y puedes sostenerlo por más tiempo”, explica.
Sus hallazgos coinciden con los de otros investigadores que han descubierto que las arrugas de las puntas de nuestros dedos facilitan el manejo de objetos mojados.
Algunos científicos han sugerido que las arrugas en las puntas de nuestros dedos pueden funcionar como las bandas de lluvia de los neumáticos o como las suelas de los zapatos. Los canales producidos por las arrugas ayudan a eliminar el agua del punto de contacto entre los dedos y el objeto.
Esto indica que los humanos pueden haber evolucionado para arrugar los dedos de las manos y los pies en algún momento de la historia para ayudarnos a sostener objetos y caminar sobre superficies húmedas.
“Debido a que las arrugas parecen proporcionar un mejor agarre bajo el agua, consideraría alguna relación con la locomoción en condiciones muy húmedas o posiblemente con el manejo de objetos bajo el agua”, dice Tom Smulders, un neurocientífico evolutivo de la Universidad de Newcastle, quien dirigió el estudio de 2013.
Las arrugas pueden haber dado a nuestros antepasados una ventaja fundamental para caminar sobre piedras mojadas o aferrarse a las ramas, por ejemplo. O podría habernos ayudado a recoger o recolectar alimentos como mariscos.
Fuente: tn.com.ar