Es el animal más popular y cosmopolita. Acompaña al ser humano desde hace más de 30 mil años, hay múltiples razas, pero todos tienen cosas en común.
El perro es un animal doméstico de compañía y trabajo. Es, sin duda, el animal más popular y cosmopolita de nuestro planeta. Se cree que hay más de 1.500 millones de perros en el mundo distribuidos a lo largo y a lo ancho de todo el orbe.
Se estima que los primeros ejemplares caninos, derivados del lobo, aparecieron por primera vez hace más de 30.000 años en Asia, en la actual China, precediendo al desarrollo de la agricultura.
Los primeros cánidos relacionados con el ser humano se podrían dividir en dos grandes grupos: por un lado los oportunistas (más valientes, menos temerosos y más sociables) que al acercarse a las poblaciones humanas en busca de restos de alimento, facilitaron su domesticación y por el otro los conservadores (muy temerosos y esquivos) que permanecieron en estado silvestre alejados del ser humano, manteniendo su situación independiente.
El canje ofrecido insensiblemente fue ayudar y facilitar en la cacería del ser humano, apoyándola con su presencia y acción. De esa forma, esta sinergia simbiótica determinó la aparición de los primeros perros.
Un estudio de ADN señala que el perro y el lobo pertenecen a la misma especie, pero que se trata de subespecies distintas. Parecería que lobos y perros tendrían un ancestro común.
Estudios recientes han descubierto, en las tierras altas de Nueva Guinea, una nueva especie de cánido salvaje (Canis lupus hallstromi) que es considerado como el eslabón perdido entre los lobos y los perros domésticos.
En la actualidad, gracias a las múltiples y diversas razas caninas que existen en todo el mundo, encontramos perros de todos los tamaños, formas, largo de pelo, carácter y colores.
Su morfología es muy variable, en la que se destaca un rasgo muy significativo de la especie como es la cola, que pudiendo ser larga o corta, es un órgano de expresión fundamental, al igual que las orejas, flexibles y dúctiles por demás.
Los perros, poseen un lenguaje físico y gestual muy completo, que se conoce como las “señales corporales de calma”, a lo que se le une su capacidad de vocalización lo que les permite una comunicación fluida y permanente entre ellos y con el ser humano.
Son animales gregarios, es decir, que viven en comunidades formadas por varios individuos. Gracias a la domesticación y a la sociabilización, podemos afirmar que se trata de uno de los animales más sociables con los miembros de su misma especie y de otras, ya sea que se trate de gatos, personas o de otro animal.
El carácter de los perros puede ser muy variable y, contrariamente a lo que muchas personas creen, la raza no es el factor que determina el temperamento de un perro.
Además de la sociabilización en tiempo y forma, el carácter del perro está pobremente influenciado por la genética y altamente determinado por el ambiente y por la educación, a través del aprendizaje proporcionado por el tutor.
Una inquietud habitual, en otro orden de cosas, es si el perro es omnívoro o carnívoro. La respuesta que se puede dar, observando algunas de las características de la especie, como las garras, las muelas afiladas o las enzimas específicas digestivas, es que son carnívoros facultativos.
Sin embargo, en algunas ocasiones también puede ser un carroñero oportunista y es esta característica la que ha permitido su domesticación.
El perro, compañero de ruta del ser humano desde hace 30.000 años, nos brinda lo mejor de sí desde entonces, lo que amerita devolverle en cuidados los efectos benéficos de su afecto y compañía.
De esa forma, para que un perro disfrute de una buena calidad de vida, será necesaria una correcta alimentación, el adecuado ejercicio físico diario y una correcta medicina preventiva factores por los que vivirá más tiempo en mejor forma, más allá de su marca genética determinante.