Es un problema bastante frecuente entre las mujeres de entre 22 y 50 años. Aunque no es una patología grave, sí tiene mucho impacto en la imagen de la persona, llegando a afectar a su calidad de vida.
El acné es una de las enfermedades de la piel de mayor prevalencia, sobre todo en la adolescencia. Sin embargo, cada vez es más frecuente ver pacientes mayores de 25 años que lo padecen, especialmente mujeres.
Tanto en el caso del acné en la mujer adulta u hormonal como en el acné juvenil, esta enfermedad se produce por la inflamación de las glándulas sebáceas en las que interviene un aumento anormal de la secreción grasa.
“Las mujeres adultas pueden tener poros obstruidos, protuberancias inflamadas llenas de pus o quistes profundamente asentados. Desafortunadamente, las opciones de tratamiento que funcionaron bien en la adolescencia pueden no funcionar tan bien en mujeres adultas con acné, debido a factores desencadenantes como el desequilibrio hormonal, el estrés y la dieta”, explica Neera Nathan, dermatóloga de Harvard Medical School.
En el acné de la mujer adulta, hay tres fenómenos principales:
- Presencia de cepas de propionibacterium acnés que producen inflamación en la glándula sebácea.
- Presencia de niveles de la hormona deshidroepiandrosterona sulfato (DHEA-S) capaces de estimular la glándula sebácea, y esto puede hacerlo en el rango de la normalidad.
- Predisposición familiar, muchas pacientes tienen mujeres familiares que también ha padecido acné de adultas (hasta un 67%).
- Se cree que puede influir además una activación de la inmunidad innata en la piel.
Tratamientos contra el acné en la mujer adulta
Antes de iniciar cualquier tratamiento para tratar el acné, es fundamental hacer un examen exhaustivo de la piel afectada y valorar factores internos que pueden estar influyendo.
Los objetivos del tratamiento del acné del adulto, como en los demás tipos, deben ser reducir la secreción sebácea, la comedogénesis, la población de propionibacteria y la inflamación.
Como la respuesta terapéutica suele ser lenta, se debe motivar a las pacientes para su cumplimiento. Una combinación de tratamientos tópicos y orales sería lo ideal, aunque parece que la piel madura es más sensible a los tópicos.
“Cuando finaliza el tratamiento, las pacientes necesitan un tratamiento de mantenimiento y en ocasiones volver a tratar de nuevo,”, afirma la experta.
Acné y angustia emocional
La medida en que el acné causa angustia emocional varía y no está relacionada con su gravedad o las cicatrices que deja.
“La cicatrización del acné puede ser desfigurante. Los cambios permanentes en la textura de la piel en forma de hoyos o cicatrices elevadas pueden no ocultarse fácilmente con maquillaje. Las cicatrices elevadas también pueden provocar la recolección de la piel y el empeoramiento de la textura y el pigmento de la piel”, describe Nathan y reconoce que los dermatólogos deben tratar de ser empáticos, comprender al paciente y conocer que el acné afecta emocionalmente por lo que es clave valorar la necesidad de apoyo psicológico.
Fuente: tn.com.ar