Base cuarteada: un problema común a la hora de maquillarse y cómo solucionarlo

¿La base no te queda bien? ¿La sentís acartonada, incómoda? Esta guía puede ayudarte a conocer causas y soluciones posibles para sacar el máximo provecho a tus productos de maquillaje.

El maquillaje no dura para siempre. Todas aquellas personas que lo usan lo saben bien: una parte clave del proceso de maquillarse es sacárselo. Sin embargo, el maquillaje puede ser de larga duración, si se eligen los productos ideales y si se siguen ciertos pasos. La ventaja de un make up larga duración recae, principalmente, en el hecho de que no es necesario re aplicarlo ni refrescarlo mientras se lo use. Atrás quedaron esas escenas de mujeres empolvándose la nariz en baños de restaurantes. Hoy por hoy, solo deberían tener lugar en alguna serie o película de época.

Dicho esto, es importante recalcar algo: la abrumadora cantidad de opciones de maquillaje hace que muchas veces se dificulte la elección de un producto particular, y el desconocimiento de cómo usarlo o cómo aplicarlo lleva a muchas usuarias a aguantar maquillaje que resulta incómodo o a, directamente, dejar de usarlo: “yo no uso base porque no me queda bien”.

Uno de los problemas más comunes es el de la base cuarteada

Casi toda persona que use maquillaje usa algún tipo de base, las cuales vienen en una amplia variedad de terminaciones, texturas y precios. El problema surge luego de la colocación: en determinadas áreas del rostro, el producto empieza a verse separado, acartonado y, en ocasiones, se revela la piel natural debajo.

Este problema que tiene es solucionable

Se puede elegir cambiar de base por otra diferente; esta es la opción más costosa y deberá ser el último intento de solucionar el problema. Antes de llegar al punto de no retorno, podemos focalizarnos en el lienzo donde se ha aplicado el producto: el cutis. Casi siempre, el problema de una base cuarteada encuentra su raíz en un rostro mal preparado para el maquillaje: es fundamental que la piel esté limpia e hidratada de forma previa al maquillaje. No es necesario contar con una rutina de limpieza de mil pasos para lograr un buen resultado: lavar el rostro con un producto apto y luego hidratarlo alcanzará. La base se asentará mejor de forma casi inmediata.

La segunda opción posible es revisar lo que se hace luego de aplicar base: si nuestra base predilecta tiene textura cremosa o líquida será necesario fijarla con algún otro producto. Para terminaciones mate, podemos elegir un polvo, ya sea en su clásica presentación en compacto, con espejito o volátil, o bien un fijador en spray que nos dará un look más satinado. Si se usa algún accesorio en el rostro (anteojos o barbijo, por ejemplo) se pueden sellar estas áreas con más intensidad, ya que el roce constante puede ir “gastando” el maquillaje.

La higiene es clave

Finalmente, aunque no es una solución en sí misma, es buena idea revisar qué productos se usan para aplicar el maquillaje. Es importante la higiene de las herramientas (si, los dedos califican como herramientas) y también la cantidad que se aplica. Siempre es posible agregar más cantidad, pero sacar excedentes es más complicado.

De esta forma, podemos ver que hay varias opciones para solucionar este problema que no implican tirar a la basura un producto con muchos usos aún de vida. Hacer pequeñas modificaciones a la rutina no solo permite sacarle el máximo provecho a los productos, sino obtener resultados más satisfactorios.

Fuente: www.airedesantafe.com.ar

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