Son esos alimentos o bebidas “permitidos” que posibilitan mantener en el tiempo un plan de adelgazamiento. Cómo saber cuándo nos pasamos del límite.
Vivir a dieta es insostenible. No hay cuerpo ni mente que pueda perpetuar un estado de restricción permanente. No es saludable, y tampoco es el objetivo que persigue un plan de adelgazamiento.
La dieta no debe ser un estilo de vida, sino que la meta es aprender a alimentarse, cambiar hábitos y lograr un peso saludable.
En ese contexto, “los gustitos”, son aquellos alimentos o bebidas con los que uno se puede dar un gusto y tener esa “válvula de escape”, que es tan necesaria y tan conveniente cuando alguien está en un plan de adelgazamiento. Esto se debe a que nadie puede vivir en forma continua haciendo las cosas tan disciplinadamente que no se pueda dar un gusto de vez en cuando.
¿Qué califica como gustito? En esta categoría podemos encontrar a la pizza, las empanadas, las papas fritas, el vino, la cerveza, alguna copita de otra bebida, un flan, un chocolate o un helado, por mencionar algunos ejemplos de cosas que a alguien le pueden llegar a gustar, aunque puede haber muchas otras más.
Ahora, ¿qué es lo que determina que una cosa sea un gusto y no sea un ataque de permisividad? Lo único que hace la diferencia es la balanza. Suele decirse que la única verdad es la realidad y en este caso la verdad está en la balanza. Si alguien se empieza a dar gustitos y esos gustitos se traducen en un aumento de peso, quiere decir que se nos fue la mano.
Por el contrario, si esos gustitos logran que la persona entre en una situación más descomprimida en cuanto a su alimentación e igualmente siga bajando de peso, esa claramente será la conducta más conveniente.
Después de todo, comer sano no implica llevar una dieta 100% saludable. Por definición, la palabra saludable significa que algo es bueno o beneficioso para la salud. Y bien sabido es que la salud no tiene que ver sólo con la salud física sino también con la salud mental, de allí que lo que se busca es “comer la mayor parte del tiempo saludable, pero no todo el tiempo, ya que se sabe que hay comidas que no son saludables pero son parte de nuestra cultura, de nuestras costumbres y de nuestro estilo de vida social y no sería saludable dejar de consumirlas”.
El concepto de alimentación intuitiva fue acuñado en 1995 como el título de un libro de las dietistas Evelyn Tribole y Elyse Resch. Sin embargo, el concepto tiene raíces en ideas anteriores.
La alimentación intuitiva no es la “dieta para saciar el hambre”. Los comedores intuitivos se dan permiso incondicional para comer lo que quieran sin sentirse culpables. Confían en sus señales internas de hambre y saciedad y confían en su cuerpo para decirles cuándo, qué y cuánto comer. Saben cuándo quieren comer verduras y también cuándo desean comer postre (y no se sienten culpables ni se arrepienten de ninguna de las dos opciones). “El objetivo es nutrirnos de manera consciente. Esto quiere decir conocernos, saber lo que necesitamos, identificar lo que sentimos, y sobre todo disfrutar de la comida”.
Cabe recordar que esto no es una carrera de 100 metros; esto es una maratón. No es cuestión de acelerar a toda velocidad durante un tiempo y después bajar los brazos, sino que es cuestión de empezar y poder seguir en el tiempo.
*El doctor Alberto Cormillot es un reconocido médico argentino especialista en obesidad, educador para la salud, escritor y conferencista. Fundó y dirige la Clínica de Nutrición y Salud que lleva su nombre, Dieta Club, la Fundación ALCO (Anónimos Luchadores Contra la Obesidad) y el Instituto Argentino de Nutrición, desde donde asesora a industrias para la elaboración de productos dietéticos y saludables.
Fuente: www.infobae.com