Se trata de una serie de regiones en el mundo en las que las personas que las habitan viven muchos años sin hacer un cuidado especial de su salud.
Hay películas, libros, series y demás productos de ciencia ficción que hablan de la longevidad y el secreto de la eterna juventud. Sin embargo, en la vida real, existen una serie de regiones en el mundo donde sus habitantes parecen haber hallado el preciado tesoro sin haber hecho nada para lograrlo.
Se las conoce como zonas azules, pero ¿qué son las zonas azules? Son regiones del mundo que se describieron como aquellas en las que las personas viven más años; sus habitantes son centenarios pero sin hacer un cuidado especial de su salud.
En estos sitios las personas superan en décadas la expectativa de vida del resto del mundo. Además, los índices de enfermedades coronarias, de cáncer y de demencia senil son sensiblemente inferiores.
Su descubrimiento se remonta a principios del nuevo siglo, cuando un astrofísico que luego se especializó en demografía y un prestigioso gerontólogo italiano se dedicaron a indagar en qué lugares del mundo vivían las personas de mayor edad. En un mapamundi iban trazando un círculo azul con un grueso marcador en el nombre de cada pueblo o ciudad en el que encontraban varias personas que llegaban a los 100 años de vida.
Así fue que se les puso “azules”, en referencia al color que usaron para marcar en el mapa borrador mientras analizaban el fenómeno.
¿Cuáles son? Se trata de Loma Linda, en California; la península de Nicoya, en Costa Rica; Vilcabamba, en Ecuador; Cerdeña, en Italia; Caucasia, en Georgia (en la ex Unión Soviética); Hunza en Pakistán y la península de Okinawa, en Japón.
Son lugares donde la gente trabaja la tierra, camina mucho, hace una alimentación saludable porque se alimenta con lo con lo que ellos mismos producen, bebe alcohol muy moderadamente, se acuestan temprano y se levantan temprano, pero a la vez tiene mucha vida social.
Tuve la oportunidad de visitar Vilcabamba, donde con un guia maravilloso pude conocer a la gente que vivía en la zona. Hablé con habitantes del lugar que tenían más de 100 años, edades que chequeé en la iglesia, donde pude ver las partidas de nacimiento.
Los demógrafos, gerontólogos y genetistas abocados al tema enfocaron sus primeras indagaciones a los genes. Allí debía estar la respuesta. Razón no les faltaba. Pero, pronto, se percataron que las respuestas que brindaba la genética no eran suficientes. Que las razones que explican esas vidas centenarias exceden, en mucho, a la determinación de los genes. Que el privilegio genético es indispensable pero que no alcanza a justificar esa excepcional capacidad de extender la vida conservando las mayor parte de las facultades físicas y mentales.
¿Cuál era el hilo conductor pero casi invisible que unía a regiones tan diversas? ¿Una isla en el Mediterráneo, un pueblo en medio de California, un lugar en el Lejano Oriente o en el Caribe? ¿Qué factores los emparentaban? Ese era el desafío que le daba sentido al hallazgo.
Se suele jugar con la imaginación. Recrear un día perfecto o diseñar un lugar ideal en el que nacer. Ese sitio soñado tendría que tener, entre otras cosas, clima amable, naturaleza prolífica, alimentos sanos y sabrosos al alcance de la mano, la posibilidad de vivir bien en cualquier etapa de la vida: que los jóvenes sean educados con dedicación, que los viejos sean cuidados con amor. Donde haya paz, reine la tolerancia y no existan las tensiones cotidianas. Un lugar en que se viva en comunidad, en el que la cooperación sea norma y en el que impere la paz. Una descripción casi utópica. Sin embargo, el periodista Dan Buettner salió por el mundo a buscar otras regiones en el que el fenómeno se repitiera que los científicos Michel Poulain y Gianni Pes habían detectado en Cerdeña y encontraron más de estos sitios.
Por supuesto hoy la gente no vive tantos años porque donde había granjas hoy pusieron supermercados, pero la verdad es que esos lugares se hicieron muy populares.
*El doctor Alberto Cormillot es un reconocido médico argentino especialista en obesidad, educador para la salud, escritor y conferencista. Fundó y dirige la Clínica de Nutrición y Salud que lleva su nombre, Dieta Club, la Fundación ALCO (Anónimos Luchadores Contra la Obesidad) y el Instituto Argentino de Nutrición, desde donde asesora a industrias para la elaboración de productos dietéticos y saludables.
Fuente: www.infobae.com