La Semana Santa es el tiempo litúrgico más importante de todo el año para los cristianos. Está precedida por la Cuaresma, tiempo que nos recuerda los cuarenta días de Jesús en el desierto. Pasados estos días, comienza con el Domingo de Ramos, donde se da la entrada de Jesús en Jerusalén y termina con el Domingo de Resurrección. El cristiano conmemora en esta semana la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, teniendo lugar las celebraciones centrales: el Jueves, Viernes, Sábado Santo y Domingo de Resurrección.
Domingo de Ramos
Es el día que da comienzo a esta Semana, con la entrada de Jesús en Jerusalén. En las Escrituras, podemos ver cómo a su llegada lo recibió una gran multitud que lo aclamaban como Mesías, extendiendo mantos, ramos de olivo y palmas a su paso. Y gritaban «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, y el rey de Israel!» (Juan 12,13). Por ello en la celebración de la Eucaristía, se comienza con la bendición de las palmas y olivos, para proseguir con la procesión y entrada en el Templo dando comienzo a la misa. Estos ramos simbolizan nuestra renovación de la fe en Dios, así mismo la fe de la Iglesia en Cristo, proclamándolo nosotros también como rey del cielo y la tierra. La lectura de la Palabra es la Pasión del Señor, y es por ello, que el color litúrgico de este día es el rojo.
Lunes Santo
En este día, se recuerda y conmemora la unción de Jesús en la casa de Lázaro. Su hermana María, unge sus pies con perfume, recordando la unción de su sepultura. «…María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos…» (Jn12, 1-11)
Martes Santo
Jesús anticipa a sus discípulos la traición de Judas Iscariote y las negaciones que Pedro hará a Jesús. «…En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará… En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.» (Jn13,21-33.36-38)
Miércoles Santo
Judas Iscariote negocia con el Sanedrín la entrega de Jesús por 30 monedas de plata. Preparan la cena de Pascua. «…Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo…» (Mt 26, 14-25).
Jueves Santo
Por la mañana tiene lugar la misa crismal, donde los presbíteros de cada diócesis, junto al obispo, renuevan sus promesas sacerdotales y participan en la bendición de los óleos de los catecúmenos, de los enfermos y del Crisma. Con la misa vespertina se abre el Triduo Pascual, en el cual se conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. En este Jueves Santo, se celebra la última cena de Jesús con sus discípulos. En estos momentos, da lugar el lavatorio de pies, signo de humildad, muestra de servicio y entrega, ejemplo que nos deja para que hagamos lo mismo. «…¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?… porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros» (Jn13, 12-15).
Instituye la Eucaristía: el pan y el vino, símbolo de su cuerpo y de su sangre, al igual que instituye el Sacramento del orden sacerdotal. Durante la celebración de los Santos Oficios, que así se les llama, se nos recuerda también, la traición de Judas, la agonía de Jesús en Getsemaní, el prendimiento y el camino hacia el calvario. Cabe mencionar «el monumento«, que es la capilla o altar donde se reserva la hostia consagrada desde el jueves santo al viernes santo.
Viernes Santo
Este día está centrado en la Pasión del Señor, se conmemora su muerte en cruz. Es un día de ayuno y abstinencia, no se celebra la Eucaristía, sólo la liturgia de la Pasión del Señor. En este día, nuestra mirada se vuelve al corazón traspasado del Redentor, en el que como dice San Pablo: «están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia» (Col 2,3). En el misterio del crucificado, «se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nuestra vida al hombre y salvarlo: esto es amor en su forma más radical» (Deus caritas est,12). En este día se adora la cruz.
Sábado Santo
En este día los cristianos, conmemoran a Jesús en el sepulcro y su descenso al abismo, es un día de silencio y reflexión. Acompañamos a María, que permanece en oración junto al sepulcro. Es un día de luto, no hay eucaristía, el sagrario permanece abierto y vacío, el altar despojado y no se administra ningún sacramento, excepto la confesión y unción de enfermos. En esta noche, es la celebración de la Vigilia Pascual, víspera del Domingo de Resurrección. La Pascua «paso» de las tinieblas a la luz admirable de la redención, la unión del cielo y la tierra, de lo humano y lo divino.
El inicio de esta Vigilia, comienza con la bendición y encendido del Cirio Pascual, y es llevado en procesión en la Iglesia mientras ésta permanece a oscuras. La luz de este fuego representa a Cristo resucitado. Da paso al Pregón Pascual, cantado por el sacerdote. Seguimos con la liturgia de la Palabra, compuesta por siete lecturas del A.T, donde se relata brevemente, la historia de la salvación, acompañada de salmos y cantos. Después de las lecturas, le sigue la liturgia bautismal, donde se da la bendición del agua y se renuevan las promesas bautismales. Se continua la Eucaristía, entonando cantos de aleluya y alabanza, porque las promesas de Dios se han cumplido, restaurando la amistad por medio del sacrificio de su hijo.
Domingo de Resurrección
Es la fiesta más importante para los católicos. Cristo triunfa sobre la muerte, de este modo, nos abre las puertas del cielo a cada uno de nosotros. Nos da la redención y liberación del pecado de la humanidad. Cuando celebramos su resurrección, celebramos la derrota del pecado y de la muerte. La muerte no tiene la última palabra ya que Jesús la venció. Por ello, sabemos que nosotros también, resucitaremos; de esta manera toda nuestra vida adquiere sentido. En la celebración de la misa, se enciende el cirio pascual, que simboliza a Cristo resucitado, luz de todas las gentes. Se inicia así un periodo conocido como Tiempo Pascual, tiempo en el que Jesús permaneció con los apóstoles, antes de subir al cielo, Concluyendo a los 50 días, en el Domingo de Pentecostés.
Fuente: www.airedesantafe.com.ar