Los animales reconocen y se vinculan con su entorno en las caminatas diarias. Por qué es importante incluir juegos.
Aquellos que han elegido a los perros como animal de compañía dan por hecho que hay que sacarlos a pasear todos los días para que hagan sus necesidades y practiquen ejercicio. Sin embargo, pocos saben que ese paseo además es el equivalente para el perro a la lectura de las noticias por parte del ser humano.
Un paseo tranquilo, no apurado, que permita al perro a través de las imágenes olfativas, captar el entorno, será un aporte invalorable a su salud emocional y por lógica consecuencia a su salud física plena.
Algunos autores hablan de que el paseo del perro es un invento humano y sugieren sustituirlo por los juegos. La propuesta es mucho más amplia: paseo y juegos juntos son, sin duda, el ideal para nuestra relación plena con los perros.
Lo mejor que podemos hacer es incluir en el tiempo de la caminata a esos juegos para estimular a los perros y que éstos disfruten de una vida plena y feliz.
El paseo no debe ser apresurado ni tener como el único y exclusivo motivo cumplir con los mandatos fisiológicos del animal. Además, el paseo debe llevar su tiempo y permitirle olfatear para lograr lo que sería el equivalente nuestro a mirar vidrieras o apreciar visualmente un paisaje.
A través del olfato el perro podrá discernir quien pasó por allí, hacerle saber que él también pasó con su marcaje y tener una clara noción panorámica de su entorno vecinal, absolutamente necesaria para su plenitud vital.
Los juegos que puede hacer un perro son variados, uno de ellos es el “tome y traiga”, que consiste en tirar una pelota, un palo o un objeto y que el perro lo recupere trayéndolo. A propósito de este juego muchas veces resulta difícil recuperar le objeto o la pelota que una vez que la atrapa el perro la considera su posesión o presa “ya muerta” y no la devuelve frustrando el desarrollo de la secuencia del juego.
Una forma de permitir la continuidad del juego es hacerlo con dos pelotas y cuando recupera la primera hacemos picar la segunda que resultará más atractiva por estar “viva” al rebotar con nuestro accionar y lo impulsará a soltar la primera continuando el desarrollo de la actividad.
Otro juego es el “poliladrón » de nuestra infancia, que consiste en perseguir y ser perseguido intercambiando roles consecutivamente. Por otra parte, muchos perros comprenden el juego de la emboscada a modo de “la escondida” de la infancia humana y lo saben practicar.
Otro de los juegos que más les gustan a los perros es el de buscar golosinas escondidas ya que les permite desarrollar el olfato.
Lo cierto es que dentro del paseo o fuera de él, el juego es una manera de vincularse necesaria y fundamental para nuestra relación con los perros, ya que la estimulación a nivel físico y mental va a hacer que el animal esté más tranquilo y feliz.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
Fuente: www.infobae.com