Proponerse bajar de peso junto a un varón puede ser frustrante para una mujer, porque, en el proceso, ella irá obteniendo logros mucho más lentamente.
Muchas parejas o amigos deciden ponerse en forma juntos. Tener un compañero de ruta hacia una vida más saludable hace más fácil el proceso puesto que brinda apoyo, contención y comprensión. Contar con alguien que entiende y, más aún, comparte por lo que estamos pasando puede ser una buena estrategia para lograr una meta fitness o alimentaria.
Buscar un compañero de entrenamiento implica generar un compromiso con otra persona: tratar de evitar la cita puede generarnos culpa y resulta mucho menos probable que nos saltemos la actividad física. También nos ayudará a tener más fuerza de voluntad para encarar algún régimen alimentario (que haya sido diseñado por un especialista acorde a las necesidades individuales, por supuesto).
Ahora bien: a un hombre le va a ser mucho más sencillo adelgazar que a una mujer, por lo que si la pareja es heterosexual o el par de amigos son chico y chica lo más probable es que él tenga ventaja con respecto a ella.
Los hombres y las mujeres son muy diferentes en todos los niveles y el biológico no es la excepción. Por eso, la forma en la que suben y bajan de peso también es dispar. El cuerpo está formado por músculos, huesos, grasa corporal (también llamada tejido adiposo) y líquidos, entre ellos, la sangre. Cuando nos pesamos, el número que marca la balanza es la suma de todo lo anterior.
“El 40 % del peso de los hombres corresponde a los músculos, mientras que en las mujeres es sólo el 30 %. Con el tejido adiposo: ellas presentan un 30 % de grasa, en cambio ellos alrededor del 20 %”, explica a Con Bienestar Silvio Schraier, médico especialista en nutrición y vicedirector de esta especialización de la Fundación Barceló (M.N. 57.648).
Por lo general, la grasa en el hombre está localizada en el abdomen y sirve como combustible para el ayuno. Por su parte, en la mujer se suele ubicar en la cadera y los muslos, como una fuente de energía para el embarazo y la lactancia, momentos de grandes necesidades calóricas.
Esta es la razón por la que si un hombre y una mujer se proponen bajar de peso juntos, él lo hará más rápidamente y en mayor cantidad porque tiene más músculo, mientras que ella lo hará más lentamente y en menor magnitud por tener más tejido graso. Se trata de una desigualdad biológica que no se puede controlar.
“No es más que una realidad, ni bueno ni malo. Es bueno saberlo de antemano para que eso no dé lugar a malos entendidos. No habrá lugar para quejas como ‘yo me cuido más que él y, sin embargo, él baja más rápido que yo’”, argumenta Schraier.
Los especialistas en nutrición aconsejan que si bien es hasta beneficioso tener a alguien de apoyo con el que bajar de peso, no hay que establecer una competencia para ver quién adelgaza más rápido, porque ahí deja de ser algo bueno y se convierte en algo contraproducente. En ambos sexos, el descenso saludable de peso tiene sus tiempos para que sea duradero y útil.
Estrategias para no abandonar el entrenamiento
Además de conseguir un compañero de ejercicio, hay otros trucos que podemos aplicar para que nos sea más sencillo no abandonar nuestro camino hacia una vida más activa. Recordemos que el sedentarismo propicia la aparición de un sinfín de enfermedades y acelera el envejecimiento.
Trucos que podemos probar para mantener nuestra meta fitness:
- Motivarse con refuerzo positivo: pensar en la recompensa que nos vamos a dar si cumplimos con el propósito. Un “autorregalo” o un premio que seguro no nos vamos a permitir si no llegamos a la meta.
- Establecer un horario fijo de entrenamiento: ejercitarse a la misma hora ayuda a generar un hábito y a que sea más sencillo reservarse ese hueco para el momento fitness del día. Para que cualquier acción pase a ser una costumbre se necesitan entre uno y tres meses, por lo que en ese tiempo se debe ser muy autoexigente.
- Avanzar progresivamente: pasar de 0 a 100 es contraproducente, tanto para la salud como para la mente. Querer llegar rápido a una meta complicada hace que nos desanimemos al no cumplirla, por eso los deportólogos siempre recomiendan ir de menos a más.
- Ponerse ropa que nos guste: vernos bien ayuda a tener un mejor estado de ánimo. A las asociaciones positivas, el cerebro las asimila y genera mejor predisposición para tener más ganas de hacer cosas como, por ejemplo, entrenar.
- Escuchar música durante el ejercicio: se trata de una herramienta motivadora muy efectiva, no en vano Lionel Messi o Dwayne Johnson tienen su propio playlist para las sesiones de entrenamiento. En un estudio, investigadores del Reino Unido descubrieron que las personas que escuchan música motivacional se sentían mejor mientras hacían gimnasia.
Para que estas estrategias funcionen, lo principal es ir probando a ver cuáles nos resultan efectivas. Lo más importante es lograr que el ejercicio se convierta en parte de nuestro día a día, y que sirva para cuidar nuestra salud. El entrenamiento puede ser agotador, y más allá del esfuerzo que implica, es bueno recordar que, en definitiva, es un mimo hacia nosotros mismos.
Fuente: tn.com.ar