Si bien el agua que sale de nuestras canillas es potable, eso no significa que pueda conllevar algún riesgo mínimo ante la presencia de níquel. Por tal motivo es mejor prevenir que curar.
En Argentina, en gran parte del país, el agua de la canilla no sólo es apta para el consumo humano sino que además es de una gran calidad, gracias a los avanzados sistemas de filtrado y depurado con los que cuentan las distintas plantas hidráulicas de la empresa Agua y Saneamientos Argentinos (AySA).
Sin embargo, como sucede con la mayoría de las cosas, hay algunas precauciones que debemos tomar para evitar cualquier tipo de percance inesperado.
Mayor contenido de níquel
Un estudio realizado en 2005 por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y que fue reafirmado recientemente por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición da cuenta de los riesgos que conlleva tomar el primer chorro que sale nomás abrimos la canilla.
La explicación científica es que existen ciertos factores que afectan al contenido de algunos metales en el agua, como el tiempo de estancamiento del agua en las tuberías de distribución o en el tanque del hogar inclusive.
Uno de estos metales que se encuentra en el líquido es el níquel, elemento que el organismo humano no necesita para su funcionamiento y que en dosis elevadas puede resultar gravemente tóxico.
En el caso de la República Argentina, el nivel de níquel en el agua está por debajo de lo que es tolerable por los seres humanos, aunque existen personas que pueden resultar alérgicas incluso a proporciones ínfimas.
Por tal motivo, la solución que se propone es antes de usar el agua dejarla correr durante un minuto, ese tiempo será suficiente para que se limpien las cañerías de la casa donde el agua estuvo estancada.
Asimismo, ante cualquier gusto, olor o color fuera de lo común es recomendable no beberla y comunicarse de inmediato con las líneas de atención al cliente de la empresa Agua y Saneamientos Argentinos (AySA).
Fuente: la100.cienradios.com