Un cardiólogo y un psicólogo revelan cómo ayudar al afectado en esos momentos.
Pero ¿qué debe hacerse en estos casos? ¿Es importante el acompañamiento? ¿Por qué se desencadenan estos episodios? ¿Qué siente el afectado? ¿Es un problema orgánico? ¿Cómo y cuánto influyen las emociones?
El cardiólogo Hernán Provera (M.N. 112.732) aseveró que el estrés es uno de los principales problemas de la población global. En ese sentido, explicó que “el ataque de pánico es un episodio de estrés/ansiedad aguda y, por lo tanto, de no tomar cartas en el asunto y buscar ayuda profesional para poder controlarlo, puede terminar perjudicando la salud cardiovascular y la calidad de vida del paciente”.
Los ataques de pánico (ansiedad o crisis nerviosas) son más comunes de lo que pensamos: afectan a tres de cada diez personas en el mundo (alrededor del 30% de la población global) y a unos 6 millones de argentinos.
Ataques de pánico: qué son y cuáles son los síntomas
Provera precisó que el ataque de pánico es la parte más extrema de un trastorno de ansiedad, que tiene un abanico muy amplio. “El paciente empieza a sentir un miedo repentino que se apodera de él y le hace perder el control de su cuerpo. Cuando suceden estos episodios, los afectados experimentan un montón de sensaciones en sus cuerpos y no pueden diferenciar si son psicológicas u orgánicas. Sienten que sus vidas están en peligro porque los síntomas son reales. Tienen esa sensación inminente de que se pueden morir, tener un infarto o ACV (accidente cerebrovascular)”, sostuvo.
Si bien hay varios síntomas, los que predominan son la sensación de falta de aire, dolor en el tórax, palpitaciones y sudoración. También pueden tener temblores, náuseas, mareos y hormigueo en brazos y piernas. “Estos síntomas son producto de que los ataques de ansiedad producen que ciertas sustancias (catecolaminas) se vuelquen a la sangre. Al ser estimulantes hacen que el corazón empiece a latir más rápido, que la frecuencia cardíaca y la sudoración aumenten”, argumentó.
¿Pero a qué se debe? El cardiólogo explicó que el cuerpo interpreta que el paciente se está enfrentando a un peligro y responde al estrés. “Son respuestas adaptativas normales mientras uno esté expuesto a una amenaza. El cuerpo nos está avisando y preparando para poder huir o luchar. Cuando esa respuesta en lugar de ser corta se prolonga en el tiempo, se vuelve contraproducente y dañina. El paciente se asusta más al sentir los síntomas y todo empeora”.
El impacto de las emociones en los ataques de pánico
El psicólogo y psicoanalista Daniel Fernández (M.N.: 41.671), explicó que los seres humanos somos, básicamente, seres emocionales. Y la emoción preponderante a partir de la cual se organizan diferentes dolencias psíquicas (cuadros clínicos) es la angustia. “¿De qué hablamos en realidad al referirnos a un ataque de pánico? Ni más ni menos que de una crisis de angustia”, subrayó.
Para él, es interesante aclarar que, a diferencia de la tristeza, la angustia se manifiesta en el cuerpo. Y desde luego, si hablamos de una crisis, la angustia habrá llegado a un punto extremo. Por lo tanto, durante estos episodios, algunos de los síntomas más comunes son: palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de ahogo, opresión o malestar torácico, náuseas, mareos o desmayos.
“Generalmente no es uno sino varios de estos síntomas los que surgen en la persona de manera brusca, manifestando su mayor intensidad durante los primeros diez minutos. Y, además, suelen venir acompañados con un desmedido temor a enloquecer o a morir”, señaló.
Según el especialista, la persona que padece estas crisis de angustia (ataques de pánico) debe saber que el mejor modo es tratarlas en forma dual, es decir psicofarmacológico y psicoterapéutico.
“Muchos pacientes, a partir de que la medicación disminuye sus síntomas, cometen el error de abandonar el tratamiento psicoterapéutico. Deben tener en cuenta que la medicación es necesaria, pero su objetivo es preparar al paciente para que pueda trabajar con la palabra. No casualmente estos pacientes son, en su mayoría, escuetos a la hora de hablar de sí mismos. El paciente no asocia esos síntomas con situaciones determinadas o recuerdos. Por cierto, si existiera una verdadera conexión entre sucesos puntuales vividos y la angustia, la misma no se hubiera manifestado inscribiéndose de semejante modo en el cuerpo”, profundizó.
Por eso, añadió, en la labor de un psicoanalista con uno de estos pacientes, no se trata de buscar recuerdos reprimidos e intentar volverlos conscientes mediante asociaciones. “Lo que se procura, en principio, es propiciar que circule la palabra e ir así construyendo un relato con el cual se pueda vincular la angustia”.
“En general, las personas que han sufrido un ataque de pánico viven con el temor de que vuelva a ocurrir y esto las lleva a sugestionarse e incrementar así sus síntomas. Hay quienes incluso tienden a recluirse y pueden estar años sobrellevando su enfermedad sin buscar solución. Es importante tener presente que lo primero que debe hacer quien padece este mal es pedir ayuda profesional”, indicó.
Cómo ayudar y asistir a alguien que está padeciendo un ataque de pánico
Provera señaló que lo que se sugiere hacer con estos pacientes es:
- Contenerlos.
- Tranquilizarlos y ayudarlos a respirar
- Mostrarles que uno está con ellos.
- Ayudarlos a respirar de forma pausada.
- Hablarles y desviarles la atención hacia otra cosa para que no estén enfocados en esto que le está pasando y, poco a poco, vayan entrando en un estado de tranquilidad.
La psicoterapia es lo más recomendado en estos casos como tratamiento de base, así como las técnicas de relajación y meditación que también son muy efectivas”, aconsejó.
El especialista reveló además que una técnica muy útil es hacer que el paciente que está sufriendo un ataque de pánico respire (cubriendo la nariz y la boca) adentro de una bolsa de nylon. “Por un tema de intercambio gaseoso, que tiene que ver con el oxígeno y el dióxido de carbono, se corta de esa manera los síntomas fisiológicos de los ataques de pánico como la sensación de falta de aire”, contó.
Fuente: tn.com.ar