Aficionados aseguran que el mundo se sostiene sobre una gran llanura que flota en el espacio, una afirmación que se opone a las evidencias científicas que corroboran la esfericidad de la Tierra.
Un congreso internacional, de un grupo autodenominado «terraplanista», celebrado entre el 2 y 3 de marzo en la ciudad de Colón, Provincia de Buenos Aires, despertó la preocupación de la comunidad científica argentina, porque brindó alocadas teorías y acusó a los científicos de engañar a la humanidad al sostener que la Tierra es redonda.
Este grupo de aficionados, que cada vez gana más adeptos en Internet, postula que el mundo se sostiene sobre una gran llanura que flota en el espacio, una afirmación que se opone a las evidencias científicas -tomadas por satélites y astronautas- que corroboran su esfericidad.
Para los terraplanistas, por ejemplo, si el planeta fuese una esfera y se desplazara rápidamente a través del espacio, no debería ser posible ver las mismas estrellas en el cielo. Otro de sus supuestos es que si la Tierra fuese redonda y se encontrase en rotación permanente sobre sí misma a la velocidad de 465,11 metros por segundo, los aviones simplemente deberían quedarse en un sitio hasta llegar a su destino. Niegan que exista la gravedad y sugieren que el límite de la Tierra es un muro de hielo impenetrable.
Alejandro Tarsia, un joven experto en drones que participó como investigador aficionado del encuentro en Colón, pidió «no ridiculizar» los argumentos vertidos durante el evento y explicó que su tarea consiste en hacer «revisionismo histórico aplicando el método científico». Tarsia explicó que lo que hace su grupo «es dudar, investigar, desaprender, discernir e invitar al debate académico, que la comunidad científica niega».
Más allá de sus explicaciones, la comunidad científica sostiene que los terraplanistas hacen un planteo irracional que abarca desde las pseudociencias hasta fenómenos de negación directa de la realidad, llegando a un rídiculo extremo.
«Consideramos muy preocupante que desde las instituciones públicas o Gobiernos se alienten eventos que ponen en duda los materiales científicos como si estos fueran material de opinión», alertó la Asociación Argentina de Astronomía en un comunicado.
Leonardo Pellizza, presidente de esa asociación, le dijo a Infobae que «los argumentos terraplanistas son extremadamente endebles cuando se analizan en profundidad todas sus consecuencias lógicas». Y detalló: «De los muchos argumentos posibles, mencionaré que si la Tierra es un disco con centro en el Polo Norte y borde en la Antártida (como sugiere el terraplanismo), la distancia entre Buenos Aires y Sídney sería el triple de la real. Un vuelo directo Buenos Aires-Sídney tardaría 45 horas a la velocidad que viaja una aeronave comercial (800 km/h), y no las 19 horas (con escalas) como ocurre. Del mismo modo, las costas antárticas deberían extenderse por más de 110.000 km, lo cual es posible verificar que no ocurre».
Por su parte, el licenciado Mariano Ribas, jefe de Divulgación Científica del Planetario de la Ciudad de Buenos Aires, señaló que escuchar a los terraplanistas le causa una mezcla de asombro y estupor.
«De todas las creencias e ideas equivocadas del pasado, esta es la más absurda de todas. Me llama la atención que haya cobrado auge en el siglo XXI, porque desde hace décadas contamos con elementos al alcance de cualquiera para darnos cuenta, es un sin sentido», remarcó a este medio.
Para Ribas, la simple existencia del día y la noche es un ejemplo de ello.
«En un mundo plano iluminado por el sol desde arriba no podría existir la noche. La noche es la falta de luz. Uno ve al sol salir y ponerse. ¿Si la tierra es plana y el sol desaparece, ¿adónde se va el sol?», se preguntó desacreditando los argumentos de esos «loquitos aficionados», como él los llama.
El divulgador científico también se refirió a que los terraplanistas no saben explicar ni la gravedad ni los fenómenos geológicos. «Si la Tierra fuera plana no habría terremotos ni erupciones volcánicas. Esas cosas los líderes terraplanistas no pueden no saberlas. Esto me preocupa porque atacan el núcleo de la ciencia y al sistema educativo», resaltó.
En esa misma línea de pensamiento se expresó Pellizza, quien le pidió al Estado no promover la educación y no debe promover la reivindicación de ideas erróneas y descartadas hace siglos. «El auge de estas pseudocreencias es una muestra de que el Estado debe ocuparse más de la educación y de la ciencia, poniendo mayores recursos a disposición de ellas», concluyó.
Fuente: www.infobae.com