Saber cómo hacerlo puede ser la llave del éxito o del fracaso en nuestra relación con los animales de compañía.
A los perros y a los gatos les encantan las caricias pero para hacerlo con éxito debemos tener en cuenta algunos consejos al respecto. No todas las zonas del cuerpo son iguales a la hora de recibir una caricia.
Las preferencias de los perros
—Para un perro dominante la mejor caricia, y que no confundirá su rol en la manada o en la familia multiespecie, será aquella que comience en la punta del hocico y atravesando toda la cabeza concluya detrás de las orejas.
—Al acariciar el lomo o palmear los costados en actitud de compinche, estamos imitando a dos perros cuando juegan y se tocan alternativamente con las patas. Es una caricia que puede tener una característica dominante pero no autoritaria, implica decir “soy tu amo, pero estoy dispuesto a compartir contigo momentos de juego y de placer”.
—Una caricia en el mentón también será bienvenida y oportuna.
—Si un perro se pone panza arriba y le rascamos esa zona estaremos en el sumun de la supremacía y el placer reafirmando nuestro rol en el conjunto.
—Una caricia en el pecho, lleno de receptores de placer por la dominancia de la posición de apareamiento, no será la ideal para aquel perro que tenga una posición jerárquica no aclarada totalmente o esté en disputa de su rol en la manada.
Cuando les acariciamos algunas zonas de su cuerpo en las que se concentran un gran número de terminaciones nerviosas sienten una sensación de placer que quedará demostrada por su actitud corporal complaciente.
Por supuesto, si en algún momento el perro se encuentra molesto y quiere escapar de la situación, no debemos insistir. Su bienestar es lo más importante.
Las preferencias de los gatos
—A los gatos les gustan las caricias, pero en su justa medida y sólo cuando ellos quieran.
—Ahora bien, debemos saber dónde hacerlas y cuando terminar con esa tarea, porque si tocamos alguna de sus zonas más sensibles o no entendemos el “basta”, lo más probable es que nos llevemos un buen arañazo o mordisco.
—Suelen tener preferencia de recibir caricias debajo de la barbilla, siempre y cuando las hagamos con suavidad.
—Desde ya que hay gatos hipersensibles a los cuales tenés que saber conocer también que a la cuarta o quinta caricia no quieren más.
Antes de hacer caricias a nuestro perro o nuestro gato debemos tener con ellos una relación de confianza, de tal manera que sepamos interpretar su lenguaje corporal.
Cuando el gato empieza a mover la cola y te dice: “no me molestes, no me molestes”, no sigas insistiendo, porque el gato a diferencia del perro, no es un animal gregario que necesita un líder, el gato comparte tu vida.
La manera gato de ver la vida es lo que tenés que entender a la hora de querer acariciarlo. No lo fuerces, porque te está diciendo de alguna manera al agredirte: “No entendiste el mensaje”, “quería jugar contigo con la caña, quería jugar con la pelota, y vos me estás acariciando, molestando”.
Entonces, si en algún momento percibimos que el perro o el gato está tenso o incómodo, debemos parar de inmediato. El respeto debe prevalecer en nuestra relación.
Pero, si todo demuestra que está disfrutando, podemos seguir compartiendo este momento y aprovecharlo para reforzar el vínculo de amistad y confianza entre nosotros.
Comprender el código de las caricias es volver a la esencia, al origen, es hacerse un poquito más animal. No debemos tener miedo, los animales no escatiman ni pervierten las caricias, al contrario, las usan, las disfrutan y viven con ellas la felicidad de usar su cuerpo en plenitud. Parece ser que cuando de perros y humanos se trata, una caricia no parece ser sólo y simplemente una caricia.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
Fuente: www.infobae.com