El piso de 40 metros cuadrados y USD 1.500 al mes de Louise y Tina, en uno de los mercados de viviendas más caros de Estados Unidos, ni siquiera tiene cocina. Pero en fin, ellas no cocinan mucho de todos modos… porque son gatas.
“Es extraño, ¿no? nunca planeé que esto sucediera”, dice el arrendatario del departamento de los gatitos, David Callisch. Agrega que, como no fumadores y no bebedores, la peluda pareja, son arrendatarios ideales que “se cuidan, no se quejan” y siempre pagan su renta a tiempo.
“No beben, no fuman, no escuchan música a todo volumen”, dice Callisch. Aun así, como la mayoría de las cosas que suceden en estos tiempos, esta situación de vida aparentemente pacífica, ha provocado una gran indignación online.“Si bien esta noticia es divertida, realmente resalta la tremenda inequidad en Silicon Valley”, dice Jennifer Loving, CEO de Destination Home, una organización dedicada a combatir la falta de vivienda en el condado de Santa Clara. “Tenemos miles de personas en nuestras calles, y estamos pagando para asegurarnos de que nuestros gatos tengan un lugar donde vivir”.
Muchos de los amantes de las mascotas han modelado sus casas y vidas alrededor de sus criaturas, pero esta casa de gatos en San José, California, es sin duda el siguiente nivel.
La situación de las dos gatas que viven solas se dio después de que su dueña, Victoria Amith, de 18 años, se mudara a los dormitorios de primer año de la Universidad Azusa Pacific del sur de California, donde Louise y Tina no eran bienvenidas.
Inicialmente vivían con su padre, Troy Good, de 43 años, su novia y el perro de la novia. Cuando las mascotas demostraron ser malas compañeras de hogar, Good recurrió a Callisch, un amigo de la familia, que originalmente planeaba usar este apartamento como Airbnb.
Mientras que Tina y Louise tienen poco uso para el baño, la ducha o el Apple TV del apartamento, son grandes fanáticas de su árbol de gatos. Y aunque el alquiler puede parecer obsceno solo para animales, en realidad está en el extremo inferior del espectro para el vecindario residencial Willow Glen, donde el piso promedio cuesta USD 1.900 al mes, según RentCafe.
Amith no es una estudiante universitaria despistada. Ella es muy consciente de lo codiciada que es su casa de gatos, ya que “obviamente hay un gran problema de viviendas en el área, y no quiero que la gente diga, ‘Oh, están quitándoles la vivienda’”.
“No tengo un estándar tan alto como que mis gatos necesiten toda una casa para ellos mismos”, dice ella. “Pero así es como se repartieron las cartas”.
Callisch reconoce que los gatos viven en un área donde las diferencias entre los que tienen y los que no tienen son alarmantes.
“Puedo hablar de eso, pero es difícil, porque hay mucha gente sin hogar y mucha disparidad en los ingresos en esta zona”, dice. “Es difícil, y una sola persona no puede resolver esos problemas”.
Fuente: www.periodismo.com