Frío o calor: qué se aplica en cada dolor

Conocé en qué casos corresponde aplicar cada terapia.

Muchos saben que los dolores reumáticos empeoran con la lluvia y el frío, y que la manta eléctrica y la bolsa de agua caliente son bálsamos contra las contracturas. Ahora bien, una cosa es la sabiduría de andar por casa y otra la evidencia científica.

Tanto el calor como el frío pueden tener un papel analgésico, pero recomendar uno u otro puede dejar más preguntas que respuestas. ¿En qué casos conviene cada uno?

Termoterapia

Es el nombre con el que los médicos se refieren a los tratamientos basados en calor, que tiene un efecto antiinflamatorio, drenante, relajante muscular y puede reducir la rigidez articular, por todo lo cual alivia el dolor.

Para esto se emplean bolsas de agua caliente, almohadillas eléctricas, “hot packs”, sacos de semillas calientes, lámparas de infrarrojos. Otra modalidad son los baños de parafina, indicados para mejorar el dolor y rigidez de las articulaciones a causa de la artrosis, aunque en ocasiones, se deberá acudir a centros de rehabilitación y fisioterapia si el médico recomienda tratamientos basados en aplicar calor profundo (onda corta, microondas o ultrasonidos). Baños de vapor o saunas y barros son otras fuentes de calor superficial, pero requieren instalaciones especializadas.

Crioterapia

Son las aplicaciones de frío por debajo de la temperatura corporal. El frío puede producir analgesia al reducir la excitabilidad de las terminaciones nerviosas del tejido lesionado, además de que puede disminuir temporalmente los espasmos y las contracturas musculares.

Se administra a través de bolsas con hielo triturado, “cold packs”, introduciendo la zona afectada en agua con hielo, baños de contraste, spray criogénico, y siempre hay que aplicarlo protegiendo la piel del contacto directo con la fuente de frío para evitar quemaduras.

¿Cuándo usar cada uno?

La pauta general que dan los profesionales es: calor en procesos crónicos y degenerativos, y frío local en procesos agudos que causan inflamación. Por ejemplo, una rodilla con artrosis (deformidad por cambios degenerativos crónicos) se puede inflamar de forma aguda por sobreesfuerzos, caídas o golpes accidentales. En este caso, la recomendación es comenzar con medidas térmicas siguiendo esta pauta, pero si el dolor no disminuye, se puede probar con el contrario. Si no funciona ninguno, la mejor decisión es no aplicar ninguno de ellos.

Algunas de las situaciones más frecuentes:

– Dolor de una articulación sin golpe ni torcedura: si no hay inflamación asociada, aplicar calor; por ejemplo, en la artrosis de rodilla.

– Golpe en una extremidad: aplicar frío local en la zona más contusionada, protegiendo la piel del contacto directo con la fuente de temperatura para evitar quemaduras.

– Dolor de cuello por estar trabajando: la contractura o dolor miofascial que aparece en el dolor cervical crónico responde mejor al calor que al frío.

– Dolor de cuello/hombro por un tirón: al contrario, si el dolor articular o cervical aparece tras impacto o lesión, es mejor frío sobre el área lesionada.

– Torcedura de un pie: frío local en caso de sospechar la presencia de esguince, mejorará el dolor y la inflamación.

– Dolor abdominal tipo cólico, dolor menstrual y de riñones por un cólico: el calor local suele mejorar el dolor visceral (abdominal, pélvico, cólico) porque genera un espasmo muscular del territorio abdominal pélvico o lumbar, que es el lugar donde lo aplicamos.

– Dolor lumbar:suele manifestarse como espasmo muscular profundo o síndrome miofascial, por lo cual mejora bastante con la aplicación de calor local. Si se debe a una inflamación articular aguda (sacroileitis, artritis de articulaciones facetarias..), el frío aliviará más.

– Cefalea: se pueden recomendar ambos, aplicación de calor o frío en la cabeza o el cuello. Las aplicaciones de frío pueden tener efecto analgésico o reductor del dolor especialmente si la cefalea implica un atrapamiento nervioso (neuralgia occipital). Las compresas calientes y las almohadillas térmicas pueden relajar la contractura o espasmo muscular (cefalea tensional, cefalea de origen cervical).

Estas son las indicaciones generales, aunque tampoco son válidas al cien por cien para todas las personas. Algunos efectos son comunes al calor y al frío; por eso, la recomendación es que cada uno pruebe con cuál de las dos mejora más el dolor y la que es más confortable. Y lo más importante: si no mejora, consultar con un médico.

Fuente: lt10.com.ar

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