Tanto por la frescura como también por el ahorro al ser de fácil acceso, los productos estacionales son aliados fundamentales en la cocina. Todos los beneficios y recetas con productos de otoño e invierno.
El conocimiento de las frutas y verduras de cada estación del año es imprescindible para cumplir con una alimentación balanceada y saludable que incluye tantas aristas como la elección de los alimentos a consumir, la forma de prepararlos y hasta la cantidad de calorías que se ingieren e incluso ayudan a ahorrar dinero en el hogar al momento de las compras, ya que son de fácil acceso y se está seguro de que se trata de productos frescos.
Las bajas temperaturas de la temporada otoño/invierno pueden dar a entender que se necesitan consumir más calorías, cuando en realidad lo que se debe procurar es el hecho de que eso que se vaya a consumir cubra los nutrientes necesarios sin necesidad de que la ingesta calórica sea elevada.
“Llamamos a las frutas o verduras ‘de temporada o estación’ cuando la producción de éstas se desarrolla durante esa época o mes del año. Lo que nos sugiere varios beneficios, ya que el aporte en este caso, de las frutas y verdura otoño e invierno, además de brindarnos hidratación, tienen un bajo contenido en calorías y, algo muy importante, un alto contenido en vitamina C, un nutriente fundamental que ayuda a fortalecer la función inmunológica, para afrontar el cambio de estación que trae consigo gripes o alergias, entre otros”, comenzó Eugenia Briz su charla con Infobae.
Así, según detalló la Licenciada en Nutrición, “los alimentos que se dan en esta época son precisamente ricos en vitaminas y minerales, también en antioxidantes y fibra (vitamina C, ácido fólico, calcio, magnesio)”.
Según explicó, al consumir frutas y verduras de estación nos aseguramos de que son alimentos frescos, por lo que “aportan grandes beneficios para nuestra salud, ya que incluyen fitoquímicos, antioxidantes y componentes naturales, además de ayudar al medio ambiente, ya que se respetan los ciclos naturales de producción, favoreciendo la sustentabilidad”.
Entre las frutas de esta época del año se pueden nombrar a las bananas, limón, mandarina, manzana, membrillo, naranja, pera, palta y pomelo.
En tanto, entre las verduras y hortalizas, se encuentran las aceitunas, acelga, apio, batata, berro, brócoli, cardo, cebolla de verdeo, coliflor, chaucha, escarola, hinojo, kale, puerro, rábano, radicheta, remolacha, repollo, repollitos de Bruselas, zanahoria, zapallo y calabaza.
También encontramos variedades que están durante todo el año como: acelga, espinaca, lechuga, rabanitos, remolacha, rúcula y zanahoria.
Briz detalló que “el aporte de la frutas y verduras de esta estación es más alto y consumiremos más nutrientes como vitaminas A, C, ácido fólico, antioxidantes y betacarotenos”.
En ese sentido, la Lic. Marilina Rodriguez, nutricionista de LALCEC, hizo especial hincapié en los aportes de las vitaminas A y C y el Potasio.
Vitamina A: se encuentra en vegetales amarillos, verdes y anaranjados como zanahoria, espinaca, calabaza que ayuda a la formación y mantenimiento de huesos, dientes, piel y visión.
Vitamina C: está presente principalmente en cítricos (como naranja, mandarina, limón, pomelo) y ayuda a la absorción de hierro de origen vegetal, como el que aportan las legumbres, contribuyendo al sistema inmune.
Potasio: presente en frutas y verduras en general, permite que los nutrientes en las células fluyan, tiene una función opuesta al sodio, relaja los vasos sanguíneos, disminuye la presión arterial y ayuda al cuerpo a deshacerse de líquidos.
Respecto de su consumo, Rodríguez expresó que “el consumo recomendado son 5 porciones al día distribuidas en las 4 comidas o en colaciones (3 frutas, ½ plato de vegetales cocidos y ½ plato de vegetales crudos). Teniendo en cuenta los nutrientes esenciales y beneficios que aportan este grupo de alimentos, es fundamental comenzar a incluirlos en las preparaciones habituales generando el hábito”.
“Ofrecer desde la infancia diariamente hace que sea más fácil esta elección y sostener dicho hábito. Para los más chicos algunas tácticas pueden ser presentarlas de manera atractiva, incluirlas en los platos familiares preferidos como por ejemplo en pizzas, ravioles, fideos o arroz, y es importante que toda la familia consuma frutas y verduras, no se puede exigir a los más chicos que las coman si los adultos en casa no lo hacen”, ejemplificó.
Pero, ¿qué preparaciones se pueden realizar? La profesional detalló entre otras a “las milanesas de berenjena o calabaza al horno, buñuelos, tortillas, budín, soufflé o tartas de espinaca, zanahoria, hojas de remolacha al horno, ensaladas crudas o cocidas (con fideos, huevo, arroz, lentejas, garbanzos) pucheros y guisos con verduras, zapallitos o calabaza rellenas con arroz, arvejas, choclo, etc. En pastas rellenas (canelones, lasagna) como lasagna de berenjenas, verduras salteadas (cebolla, puerro, zapallitos), sopas, pures, en salsas, al vapor, a la parrilla o a la plancha”.
Las hojas verdes sin dudas son una de las grandes protagonistas de esta época, y por ello, Agustín Benito, ingeniero agrónomo y socio fundador de Sueño Verde, expresó que “con la llegada del otoño se alcanza la mayor frescura en los productos de hojas verdes”, a la vez que detalló las propiedades de la lechuga, entre las que destaca que “más del 95% de una hoja de lechuga es agua y sólo contiene 1,4 gramos de carbohidratos y 1,5 gramos de fibra por cada 100 gramos, lo que explica su bajo contenido calórico. Es fuente de vitamina C y tiene magnesio, además de otras sales minerales. Es una excelente fuente de fibra que mejora el funcionamiento intestinal y la digestión. Reduce la ansiedad y el estrés, favorece la relajación muscular y ayuda a reducir los calambres, restaura los tejidos y ayuda a la recuperación de los músculos. También ayuda a eliminar las toxinas y depurar el organismo”.
Pero no solo la lechuga está en su mejor momento, claro, y el kale es otro acompañamiento con tantos beneficios como posibilidades a la hora de consumirlo. “Estas hojas son particularmente ricas en fibras, ácido fólico, minerales como magnesio, calcio, hierro, potasio y vitaminas A, C y K. También contienen sustancias antioxidantes, entre otras virtudes. A diferencia de las espinacas o la acelga, no reduce tanto su tamaño con la cocción. Sus hojas se pueden disfrutar crudas cortadas muy finitas en ensaladas, agregarlas a jugos y batidos vegetales; cocinar levemente al vapor, saltear al wok, tostar a la plancha o freír en aceite. Se las suele incorporar a caldos de verdura o hacerlas puré con un mixer y servir como guarnición de carnes”, explicó Benito.
Para ahondar en las posibilidades de esta hoja al momento de su consumo, aseguró que “su sabor singular acompaña muy bien embutidos, papas, pastas, fiambres como jamón o panceta. Es ideal como contrapunto de otras hojas verdes menos rústicas, como espinaca o acelga, y por eso se puede combinar en distintos rellenos como el de la pascualina. Queda genial con huevo, cebolla caramelizada, quesos y crema de leche. En ensaladas, tartas, omelettes, sopas, cremas, batidos, jugos, salteados, pastas, con calabaza, en pizzas, con garbanzos y más”.
Fuente: www.infobae.com