El festival anual de camellos del Rey Abdulaziz en Arabia Saudita se ha visto empañado por el intento de violación de sus estrictas normas. Un grupo de 12 camellos fue expulsado del concurso de belleza, luego de que se descubriera que habían usado Botox.
Es una competencia muy seria con un total de USD 57 millones en juego, por lo que hay una gran tentación para que la gente haga trampa: Miss Camel recibe la friolera de USD 30 millones.
El manual de reglas del año pasado dice: “No se permiten los camellos con drogas en los labios, afeitados, teñidos en cualquier parte del cuerpo o con cambios de su forma natural”.
Fawzan al-Madi, juez en jefe, dijo: “El camello es un símbolo de Arabia Saudita. Solíamos preservarlo por necesidad, ahora lo conservamos como pasatiempo”. Mucho está cambiando en Arabia Saudita: el país está consiguiendo sus primeros cines. Pronto a las mujeres se les permitirá conducir. Las autoridades finalmente esperan diversificar la economía, alejándola del petróleo, que ha sido su alma durante décadas.
Pero a medida que buscan transformar el reino conservador, las autoridades saudíes están tratando de allanar el camino para la reforma, haciendo hincapié en los aspectos tradicionales de su cultura.
Y para los beduinos de Arabia, nada es más esencial que el camello, utilizado durante siglos para la comida, el transporte, como máquina de guerra, y compañía.
Por lo tanto, las autoridades han aumentado el festival anual de camellos de un mes de duración, que se trasladó el año pasado desde el remoto desierto a las afueras de la capital.
En una meseta de desierto rocoso, el gobierno ha erigido un lugar permanente para albergar los eventos principales: carreras y concursos. El pabellón presenta una subasta en la que los mejores camellos pueden alcanzar millones de riales.
Hay puestos de comida y tiendas de souvenirs, un zoológico con los camellos más altos y bajos del mundo, un museo con esculturas de camellos de arena, tiendas de campaña para probar la leche de camello y ver los textiles de pelo de camello, y un planetario que muestra cómo los árabes montaban camellos a través del desierto guiados por las estrellas.
Los organizadores dicen que esta ‘aldea patrimonial’ se expandirá en los próximos años cuando el príncipe heredero Mohammed bin Salman, quien es el heredero del trono, ministro de Defensa y jefe de la política económica y petrolera, tome las riendas de un club Camel creado recientemente por la realeza con un decreto el año pasado.
“La visión es que el festival se convierta en un foro global y pionero para que todas las clases vengan en busca de entretenimiento, conocimiento y competencia”.
Fuente: www.periodismo.com