Potenciar la iluminación natural realza los espacios. Hacelo posible siguiendo estas recomendaciones.
Cuando pensamos en decoración, muchas veces subestimamos el poder que tiene la iluminación, pero los diseñadores de interiores y decoradores saben que es un elemento fundamental a la hora de crear un espacio.
La luz realza los ambientes, da vida y amplitud y contribuye a generar sensación de refugio. Potenciarla no depende sólo de la cantidad o del tamaño de las entradas de luz en nuestra vivienda, sino también de nuestras elecciones de colores y muebles (y la distribución que definamos).
A continuación, tres reglas fundamentales para lograrlo:
1. Las entradas de luz tienen que estar despejadas
Empecemos por lo básico. Para redimensionar la luz, primero hay que entender de dónde viene, y mantener esos focos lo más despejados posible. ¿Qué quiere decir? Que no hay que poner sillones, muebles ni otros accesorios de decoración adelante de las ventanas o puertas ventanas.
Otro aspecto a tener en cuenta en este punto son las cortinas: tienen que ser siempre claras, simples y de telas ligeras para no teñir la luz ni reducir su acceso.
2. Las grandes superficies deben ser de colores claros
Otra forma de potenciar la luz es reflejándola, algo que podemos hacer a través de los colores. El blanco es el que más la refleja, y le siguen los tonos neutros. Por eso, las grandes superficies de las habitaciones -es decir, las paredes, los techos y los pisos- deben ser de colores claros y suaves.
Y esto aplica también para los muebles, sobre todo los de mayor volumen: mientras más claros sean, más luminosidad van a ayudar a crear.
3. Los espejos ayudan si están bien ubicados
Los espejos también reflejan la luz natural. Así, no sólo aportan a la decoración desde el punto de vista estético, sino que también pueden generar amplitud visual y hacer que un ambiente se sienta más luminoso.
La clave es que estén bien ubicados. ¿Cómo lograrlo? Poniéndolos en las paredes contrarias a la entrada de luz.
Fuente: tn.com.ar