Con la llega da del buen tiempo, el consumo de fruta aumenta, al igual que las temperaturas, lo que provoca que se estropeen con más facilidad, ya que el calor complica la la conservación de los alimentos.
Los cambios de temperatura provocan el deterioro de la fruta, su color cambia y se vuelve más oscura. También puede afectar a su sabor, llegando a estar más agria de lo normal. Cuando se oxida y adquiere un color marrón, ese proceso se llama pardeamiento enzimático y se produce debido a la acción de una enzima que concentra la oxidación de distintas moléculas cuando actúa junto al oxígeno.
El primer paso es asegurarse de que el cuchillo para cortar o pelar la fruta está en buen estado, que no tenga óxido, esté desgastado o sucio. El truco más usado es emplear un antioxidante. Y qué mejor que los cítricos para ello. Estas frutas, ricas en vitamina C, son un potente antioxidante y se pueden emplear de dos formas; por un lado, añadiendo jugo de limón a la fruta cortada, y, por otro, frotándola con unos gajos de cualquier cítrico.
Otra opción es guardarla en un recipiente cerrado de manera hermética o en una bolsa de plástico cerrada al vacío. Con cualquiera de las dos formas evitamos que el aire entre en contacto con los alimentos, haciendo imposible la oxidación. Este truco también sirve para evitar que la verdura se estropee.
Una manera más sencilla de conservar estos alimentos es sumergirlos en un bowl lleno de agua fría, añadiendo un chorro de jugo de cualquier cítrico o de vinagre. En este caso, es preferible que el vinagre sea de manzana. La proporción ideal suele ser media taza por cada litro de agua, aproximadamente.
Otro truco es el de la servilleta. Envolvé la fruta con una servilleta mojada, después lo introducís en un recipiente herméticamente cerrado. Cuando vayas a comerla, verás que sigue fresca y sabrosa como recién cortada. Por último, en el mercado también podemos encontrar unos polvos que ayudan a detener la oxidación.
Fuente: lt10.com.ar