Quienes lo padecen dudan de sus propias capacidades y les falta confianza en sí mismos. En el extremo opuesto, se ubican quienes tienen el sesgo de Dunning-Kruger.
¿Es lo mismo un impostor que alguien que padece el síndrome del impostor? Claramente que no, un impostor es una persona que se hace pasar por quien no es, es alguien que falsifica su identidad.
Un impostor alardea de un poder que no tiene o de una influencia de la carece o, lo que es peor, falsifica su identidad para estafar a otros.
El síndrome del impostor es otra cosa, seguramente no habrá escuchado tanto hablar de estos casos. Este síndrome puede aparecer en personas profesionales o un con un cargo ejecutivo, alguien que está generalmente en una posición de poder. Estas personas se interrogan a sí mismas si les correspondería estar en esa posición.
Quien padece el síndrome del impostor, se pregunta si es la mejor persona para ese lugar y teme que los demás se den cuenta de que no es la persona ideal, pero esto es una percepción individual.
Pueden pensar “quizás es la suerte qué me ha traído hasta esta posición” , aunque hablamos de personas que se esfuerzan mucho. Le molesta que lo felicitan porque siente que están halagando a una persona que no se lo merece.
Sin embargo, suelen ser realmente buenos y se destacan en el ámbito laboral o académico, trabajan y estudian mucho. Y ha llegado a posiciones de relevancia por sus propios méritos. Entonces, quienes padecen el síndrome del impostor son personas que se subestiman, se “tiran a menos”.
Por otro lado, existen las personas que sufren el síndrome o el sesgo de Dunning-Kruger, son personas que se sienten más de lo son, tienen a sobreestimar su propio nivel de habilidad.
En estos casos, no reconocen la propia incompetencia y creen que son mucho más competente que los demás. Tampoco reconocen la competencia de los otros.
Hace un tiempo se realizó una investigación muy interesante entre un grupo amplio de universitarios y les preguntaron: “¿En qué puesto te pondrías?” Supongamos que eran unos 100 alumnos y, para simplificar, las respuestas pueden agruparse en tres grupos.
Los que eran mejores en el ámbito académico se ubicaban a sí mismos en el puesto 60 al 70 (considerando el 1 como el mejor puesto), es decir, se subclasificaban. Los que eran menos competentes se calificaban por demás y los más inútiles de todos, pretendían ubicarse arriba de todo. Eso es producto del efecto Dunning-Kruger, cuando uno sobreestima sus habilidades.
Quienes padecen el síndrome de Dunning-Kruger, pueden ser tratados y entrenados, no es fácil pero pueden mejorar. Lo importante es que uno pueda identificarlos y estar alerta parece ante el tipo de problemas que pueden generar.
Por último, recuerde que la ignorancia genera mucho más confianza en las personas que el conocimiento.
*El doctor Alberto Cormillot (MN 24.518) es un reconocido médico argentino especialista en obesidad, educador para la salud, escritor y conferencista. Fundó y dirige la Clínica de Nutrición y Salud que lleva su nombre, Dieta Club, la Fundación ALCO (Anónimos Luchadores Contra la Obesidad) y el Instituto Argentino de Nutrición, desde donde asesora a industrias para la elaboración de productos dietéticos y saludables.
Fuente: www.infobae.com