Compostar, el arte de reciclar en la huerta

Las tareas cotidianas generan restos orgánicos que no son basura. Con una buena gestión pueden convertirse en la fuente principal de nutrientes de los futuros ciclos de cultivo.

El compost no es propiamente un abono, sino que actúa como un regenerador orgánico de suelos y sustratos. Desde el punto de vista ambiental, este posee un inestimable valor ya que compostando se recupera materia orgánica proveniente de los desechos producidos por la actividad humana. Sin este tratamiento, contaminarían el entorno.

Compostar consiste en inducir una fermentación aerobia a una mezcla de restos orgánicos a fin de transformarla en una masa homogénea, de estructura grumosa, rica en humus y microorganismos. Compost proviene del latín “componere” que significa: juntar. Una “compostera” funciona como el aparato digestivo de una huerta, allí se asimila y transforma la materia orgánica. El resultado será un producto oscuro de olor muy agradable y con alto contenido de nutrientes.

Ciclos naturales

En un proceso natural, las hojas de los árboles caen y lentamente se van descomponiendo e incorporando al suelo circundante. Los estiércoles de los animales sufren un proceso de fermentación interno para luego también aportar nutrientes. La enorme “cabellera” formada por las raíces de las plantas no solo ejerce un trabajo de labranza en el suelo, sino que al morir la planta, la desintegración de estas raíces se “composta” e incorpora al mismo. Microorganismos, hongos y bacterias son los principales responsables de este proceso. Todo coordinado y armónico. Compostar consiste en imitar este ciclo, proporcionando las condiciones más adecuadas para que el proceso se complete en un término de 3 a 6 meses.

Un pionero del tema

Albert Howard (1873-1947) fue un botánico inglés que trabajó en la India como asesor en agricultura. Luego de estudiar los métodos tradicionales del lugar, observó la relación de salud existente entre el suelo, las cosechas, las personas y el ganado y creó la frase ahora tan valorada: “Suelo sano, planta sana y en consecuencia, gente sana”. Se lo conoce como el padre del compostaje moderno ya que refinó el método de compostaje indio y lo divulgó como Método Indore en su libro Un testamento agrícola, un clásico de la agricultura ecológica. Fue un inspirador de agricultores y científicos.

¿Cómo compostar?

La técnica consiste en la descomposición controlada de materiales orgánicos que haya a disposición. Se los agrupa, humedece y airea para acompañar y acelerar su fermentación. A escala urbana, se recurre a composteras. Son válidas tanto las artesanales como las comerciales.

Cuando hay disponibilidad de espacio, se composta en forma de “pila” o “montón”. El primer paso en una casa es la separación de residuos. Los más frecuentes a escala domiciliaria y laboral son los orgánicos húmedos como las cáscaras de frutas y verduras y los restos de las infusiones. En un país con alto consumo de yerba mate, es importante recordar que no es beneficioso ni para el suelo ni para las plantas tirar la yerba sobre ellos, siempre es preferible que pase por el proceso de compostaje y se integre en toda la nueva masa de compost.

La otra categoría de compostables en casa son los orgánicos pero secos, como es el caso de las hojas secas de las plantas, las cáscaras de huevo molidas, papeles limpios, ramas troceadas o cáscaras de frutos secos, entre otros. Ir colocando los materiales por capas hasta llenar el contenedor. En ese punto, se lo deja “madurar” sin hacer nuevos aportes frescos hasta la transformación total. Airear esta masa, acelera el proceso. Las lombrices californianas son grandes aliadas, pero puede compostarse sin ellas.

Carbono y nitrógeno

El carbono es el elemento que encontramos en mayor proporción en los restos orgánicos, bajo la forma de carbohidratos, unos son más fáciles de descomponer como los azúcares y otros más complejos y de descomposición más lenta como la celulosa y la lignina. Restos de verduras, malezas y cortes de césped fresco son ricos en azúcares. La paja y las hojas secas son ricas en celulosa y las ramas y restos leñosos en lignina. El nitrógeno es el otro elemento indispensable en este proceso, está presente en las estructuras orgánicas a descomponer en forma de aminoácidos y proteínas. Será principalmente aportado por los estiércoles animales.

En las pilas a compostar sobre el suelo, es importante aprender a manejar este balance por capas. Una capa de drenaje en la base, otra de material seco, luego una de material verde fresco y una capa delgada de estiércol. De esta forma hasta alcanzar 1 m de altura, imitando el armado de una lasagna. En lugar de la salsa usada para hidratar esta delicia italiana, se humedece la pila con agua. El punto óptimo es el parecido a cuando se aprieta una esponja. Húmedo, pero no encharcado. Se podría decir que aprender a compostar es similar a aprender a cocinar. Existen recetas, técnicas, ingredientes, condimentos, secretos y tradiciones que mejoran el resultado con la práctica.

Fuente: www.airedesantafe.com.ar

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