Se trata de un trastorno psicológico más común de lo que se piensa: se da cuando una persona no para de darle vuelta a lo mismo todo el tiempo, cuando entra en un bucle de pensamiento que no ayuda a la toma de decisiones.
Muchas veces, las personas se ahogan en sus propios pensamientos, una y otra vez, sin poder salir del laberinto. Ese proceso, en el cual se entra en un bucle, no ayuda en la toma de decisiones. A este trastorno psicológico, los especialistas lo llaman síndrome de Rumiación, que se diagnostica cuando el foco de atención se queda anclado en un suceso (real o imaginario) del pasado que produce angustia, malestar, culpa, estrés o remordimiento en la persona, afectando su equilibrio emocional y mental.
Con Bienestar habló sobre este síndrome con la psicóloga Ana María Fusaro (M.N. 60.808), que precisó que la rumiación se caracteriza por tener pensamientos repetitivos acerca de un tema o hecho en particular del pasado, algo que ya no se puede -en la mayoría de los casos- evitar o modificar. Según explicó, influyen las experiencias vividas así como los traumas, los problemas familiares o de autoestima y los procesos ansiosos o depresivos, lo que imposibilita que el afectado pueda afrontarlos de manera activa, perdiendo la capacidad de generar soluciones o acciones en la toma de decisiones que tienen que ver con su aquí y ahora.
Al respecto, Fusaro explicó: “La rumiación es un proceso netamente psicológico que está directamente relacionado con situaciones no resueltas de otros momentos de la vida. Las personas, ante eso, pueden cargarse con culpas que no les permiten vivir libremente o sin viejos resentimientos (por ejemplo, hacia los padres o hijos). Tiene que ver en gran medida con lo vincular o con situaciones personales, familiares y laborales. He tenido situaciones donde ante un acoso laboral, el paciente -aunque ya había renunciado al trabajo-, no puede dejar de pensar y sufrir por ese hecho. No puede salir de ese proceso de rumiación de ´¿por qué dejé que me pasara esto o qué me hicieran aquello?´. Generalmente, es una suerte de lamento y arrepentimiento que la persona arrastra a lo largo de la vida. Dependiendo de cómo se presente, ya que tiene que ver con la personalidad de base de la persona (si es ansiosa, depresiva, etcétera), este síndrome va a tener una manifestación u otra”.
En ese sentido, la especialista añadió: “Como ´rumiar´ lleva tiempo, ese continuo pensar de algo que le traumó, le impide al sujeto resolver otras situaciones o conflictos que le están pasando en el momento. Es decir, no puede disfrutar de otras cosas porque está en permanente rumiación de aquella cuestión que le sucedió en algún momento de la vida. Esos pesares, como dice la palabra, pesan en el inconsciente del sujeto, pujan por querer salir y salen en una antigua forma que es esto de reprocharse por qué hice o no tal cosa”.
Para la psicóloga, los vínculos familiares suelen ser la principal causa de la rumiación. La violencia intrafamiliar es muy común en este sentido. Todo ese tiempo que la persona pierde pensando en algo que ya pasó, hace que pierda capacidad de decisión en otros aspectos.
En esa misma línea, profundizó que la rumiación es muy común dentro de las estructuras neuróticas, ni hablar de la psicosis que es patológica: “Es más partido de quienes son neuróticos obsesivos, quienes están llenos de rituales y acciones repetitivas para asegurarse que todas sus obsesiones se cumplan. Cuando un obsesivo está en rumiación, es más cruel porque repite lo pensamientos y su obsesión hacia ellos. Un obsesivo se auto vuelve loco, se auto infringe y padece un sufrimiento bastante duro. Su rumiación está en momentos antiguos del pasado que no se condicen con el presente. Es un proceso muy individual del sujeto. Ya que eso que lo atormenta pasó y a lo que viene a compensar no le encuentra el sentido. Es muy interesante verlo en cualquier estructura neurótica. Alguien que sea muy ansioso y rumiante a la vez, se enceguece. Se pueden producir malestares importantes como insomnio, somatización, entre otros. Es un proceso doloroso”.
Consejos para afrontarlo
La especialista ofrece una serie de recomendaciones para aquellos que le dan vueltas, una y otra vez, a los mismos pensamientos:
- Hacer terapia, de cualquier escuela que sea: el rumiante se ata a un pensamiento que lo acogota, lo atora. Por eso, la mejor manera es ir desenmarañándolo de la mano de un profesional.
- El mindfulness promueve métodos para entrenar el cerebro y bajar el volumen de los pensamientos, lo que ayuda a tener más empatía y autoconocimiento.
- Realizar actividad física: el ejercicio ayuda a promover la liberación de endorfinas y profundizar la atención al presente.
- Ocuparse más en lugar de preocuparse tanto: construir un plan de acción para afrontar y atender los problemas.
Fuente: tn.com.ar