Las orejas de los perros y su posición transmiten códigos que es necesario conocer.
Aunque la forma de las orejas es variada y diferente entre las diferentes estirpes el pabellón auricular está formado por cartílago, músculo y piel y en la mayoría de los perros tiene una gran movilidad.
Los perros tienen 17 músculos para mover sus orejas, mientras que los hombres sólo tienen nueve, y la mayoría sólo utiliza 1 ó 2. Con él captan los sonidos y los canalizan por el conducto auditivo hasta el tímpano, una membrana sensible que vibra cuando llegan las ondas sonoras.
Por detrás del tímpano comienza el oído medio que transmite las vibraciones del tímpano al oído interno, amplificándolas. Allí se transforman estas vibraciones en señales nerviosas que son enviadas al cerebro, donde son interpretadas.
Partiendo de la forma de su antepasado, el lobo, la oreja del perro ha sido la parte del cuerpo más modificada por medio de la cría selectiva.
Actualmente, hay tantas formas de orejas como de razas caninas. Algunas de ellas, como el Ovejero Alemán, conservan las orejas erectas del lobo, lo que les da un aspecto vivo y alerta. Otras razas como el Bloodhound (Sabueso de San Huberto, “Pluto” para los amigos) o el Cocker Spaniel, poseen grandes orejas que cuelgan pesadamente sobre las mejillas, probablemente no disfrutan de un oído tan fino como los que las tienen erectas pero dirigen, focalizan y encauzan el rastro que persiguen.
El movimiento de sus orejas ayuda a registrar la naturaleza y la fuente de un sonido. Por eso en muchos perros se sabe, por la reacción de sus orejas, si les gusta la música o no. De la música y su percepción saltamos a la brutalidad humana cuando el hombre en su afán de dominio les corta por gusto las orejas a los perros.
En esto debemos ser claros y contundentes: el corte estético de las orejas es una mutilación que no aporta ningún beneficio al animal y se transforma en un claro testimonio de nuestra brutalidad e incomprensión de la relación con nuestros animales.
El sentido del oído es muy importante para el perro, de hecho algunos perros que han nacido sordos nunca han conseguido integrarse en la sociedad, ni humana ni canina. Esos perros son agresivos y temerosos. No son fáciles para socializar con otros animales ni con las personas.
Sin embargo con una detección temprana de la sordera y un adecuado tratamiento de adiestramiento cognitivo se puede lograr su adaptación. Con un poco de perseverancia y paciencia, se los puede apoyar y ayudar a tener una vida feliz.
Los perros delatan sus emociones por la forma que perciben el sonido y por cómo mueven y posicionan sus orejas de la misma forma que nosotros lo hacemos según la expresión de nuestros ojos. La ciencia ha descubierto que los perros tienen ciertas áreas de su cerebro dedicadas a procesar los sonidos y las emociones, como ocurre en los seres humanos.
Se ha comprobado que, como ocurre en los humanos, los perros muestran actividad en la corteza cerebral, cuando se trata de palabras o tonos que evocan emociones.
Comparando las reacciones de distintos perros ante los sonidos ambientales, la voz de su amo y los ladridos de otros perros se notan claras diferencias a favor de la voz del amo pero los sonidos de los otros perros superaron cualquier otra respuesta emocional.
Por otra parte nuestros amigos cuadrúpedos se mostraron mucho más sensibles a los sonidos humanos, que los humanos a los sonidos emitidos por perros. O sea a los perros les importamos más los humanos que a los humanos los perros.
Esta capacidad de los perros de reaccionar a nuestros sonidos vocalizados se ha desarrollado a través de los miles de años que han pasado en compañía humana.
De esa forma los perros entran en sintonía con los sentimientos de sus dueños, y sabemos por percepción que un buen dueño puede detectar los cambios emocionales en su perro solo que ahora empezamos a entender por qué.
Los perros no solo oyen a sus dueños, sino que además reaccionan a sus palabras de modo semejante a como lo haría una persona incluso pueden detectar nuestras emociones por la forma en que decimos algo. Pueden saber si estamos tristes o felices, ya sea por cómo que entonamos las palabras o bien interpretando el llanto y la risa humana, en una mezcla de percepción del sonido, la actitud corporal y los tonos.
No hay duda que los perros reconocen las emociones humanas y las procesan en su mente, confortándonos en la tristeza y participando activamente de nuestra alegría. De igual modo, muchos seres humanos pueden detectar en sus perros felicidad, enojo y dolor por el tipo de ladrido en un mecanismo de conexión casi en código críptico que una persona ajena no podría percibir.
Al conocer como oye y percibe un perro y amándolos como los amamos uno podría decir sin ánimo de equivocarse: qué raro personaje es ese mono desnudo que se llama hombre que tratando de imitar una tormenta, en un afán casi soberbio de dominarla, con la pirotecnia se quema un ojo o un dedo, afecta a los niños, a los autistas, a los enfermos, a los ancianos y a esos seres de cuatro patas a los que dice querer más que nada en la vida.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
Fuente: www.infobae.com