La jornada recuerda la importancia de usar claves robustas y actualizarlas en forma periódica.
El primer jueves de mayo se celebra el Día Mundial de la Contraseña, una jornada que procura generar conciencia entre los usuarios respecto a la importancia de utilizar passwords robustos, actualizarlos periódicamente y aplicar otras buenas prácticas en el terreno de la seguridad informática; todas acciones fundamentales para cuidar los datos personales y la información que gestionamos en diversos entornos digitales.
Ocurre que, a pesar de las recomendaciones frecuentes, es habitual toparse con claves debilísimas del estilo “123456”, “abc123”, la mismísima palabra “password” o combinaciones sencillas que un pirata informático, incluso con escasa experiencia, podría descubrir sin demasiado esfuerzo.
“La mayoría usa contraseñas simples y fáciles de recordar, porque es conveniente. Pero el problema es que la mayoría de las claves memorables son muy vulnerables al descifrado”, explicaron especialistas al divulgar los informes anuales habituales que revelan cuáles son las claves más frágiles que, no obstante, abundan.
En esa línea, un informe divulgado a mediados del año pasado reveló que el 97% de los usuarios argentinos emplea passwords que se consideran débiles, y casi la mitad repite la misma clave pese a conocer el riesgo que supone.
Contraseñas seguras: 3 variables a tener en cuenta
Como puntapié, hay que considerar algunos consejos básicos y súper repetidos que, tal como señalamos, no siempre se respetan al momento de elegir una clave, sea para una red social, el homebanking, una cuenta de correo electrónico, etcétera. Tal como señalan desde la firma especializada en seguridad informática Avast, “las mejores prácticas son usar contraseñas únicas y largas, incluir letras mayúsculas y minúsculas, números y, cuando se posible, también caracteres especiales como #, $ o &”. Otro tip frecuente: no usar la misma clave en diferentes cuentas.
Por lo demás, veamos otras buenas prácticas en este terreno:
1. Eludir las combinaciones más obvias: La recomendación antes descrita apunta a la importancia de esquivar secuencias que, tanto un humano como un software especializado, podría descifrar sencillamente. En este punto, un tip poco mencionado es el siguiente: nunca uses una palabra que aparezca en el diccionario. Es decir, podrás usarlas, aunque siempre rodeándola de otros caracteres que conviertan a esa clave en una más robusta. En este punto, también hay que evitar combinaciones de letras o números que están juntos en el teclado, como “qwerty” o “123456”.
2. Herramientas que salen al auxilio: Los administradores de contraseñas son programas realmente útiles para crear variantes complejas y también para no tener que recordarlas una por una. Buena noticia: hay muchas opciones gratuitas y eficientes. Como es sabido, en la actualidad utilizamos numerosos servicios online y no es fácil tener presente todos los passwords. Estos administradores son un depósito seguro para las claves, y para el acceso piden una única: ¡esa llave maestra será la que sí deberás recordar! Los especialistas del área recomiendan, además, que la cuenta de email asociada al administrador debe tener activada la autenticación de dos o múltiples factores, una función que aumenta la seguridad, considerando que esa cuenta permitirá restablecer la contraseña maestra del administrador en caso de ser necesario.
3. La constancia como bandera: Otra práctica aconsejada en este terreno es cambiar las contraseñas en forma periódica. Este hábito se torna necesario en vista a la innumerable cantidad de intrusiones informáticas y posteriores filtraciones, que dejan al descubierto millones de cuentas en todo el mundo. En este punto, también es una buena idea utilizar herramientas que permiten conocer si una cuenta determinada estuvo involucrada en algún leak: esa información servirá para saber si es necesario escoger una nueva contraseña. Have I Been Pwned (que se usó recientemente para chequear una filtración de datos en Facebook) es una de las opciones. Como fuere, la recomendación habitual es cambiar cada 90 días, al menos.
Fuente: tn.com.ar