Cuando son jóvenes, los perros responden a los zapatos de la misma manera en que responden a cualquier cosa que les llama la atención: se la meten en la boca.
Los pies de los humanos tienen alrededor de medio millón de glándulas sudoríparas, que constantemente están segregando humedad. Cuando los pies están metidos en zapatos calientes y húmedos, las glándulas pueden producir ¼ litro de sudor por día. Esa transpiración, está cargada a su vez de olores humanos, y para un perro, eso es algo muy difícil de resistir.
Los perros adultos son capaces de comprender que porque algo huele bien no significa que lo pueden y deben masticar. Pero cuando son jóvenes, los perros responden a los zapatos de la misma manera en que responden a cualquier cosa que les llama la atención: se la meten en la boca.
Además de esta atracción natural está el hecho de que los cachorros pasan por una etapa de dentición. Pocas cosas hacen sentir mejor a sus encías que ocuparse de masticar un buen par de zapatillas deportivas.
A veces parecería que el interés de los perros por los zapatos está directamente relacionado con el costo: cuanto más caros los zapatos, más probable es que los dejen destrozados. Obviamente los perros no pueden diferenciar el costo de los zapatos. Todo lo que saben es que los zapatos tienen un olor excitante y que vale la pena masticarlos.
Para nuestro perro, ese olor personal es casi tan bueno como tenernos cerca y eso es lo único que importa. De hecho, los perros raramente mastican los zapatos de aquellas personas que no son de su agrado. Si realmente detestan a alguien, quizás destruyan esos zapatos pero la mayoría de los perros realmente quieren estar cercar del olor agradable y conocido de sus dueños.
La pregunta es por qué los cachorros y menos frecuentemente, los perros mayores, se concentran en los zapatos e ignoran otras posesiones humanas que también están cargadas de olores. Existen varias razones que lo justifican.
En parte, es la intensidad del olor. Un almohadón del sofá tendrá algo de olor a humano, pero nada será en comparación con la intensidad de unos zapatos cálidos y húmedos.
Algo más importante es que los zapatos se ubican en una situación particularmente conveniente. Cuando la gente se va de la casa durante el día, es normal que los perros investiguen el entorno. Seguramente husmearán por la sala de estar, los dormitorios y los guardarropas. Tarde o temprano, se encontrarán con un par de zapatos. Están ahí, a mano, en el suelo, tienen un olor genial, y son del tamaño ideal. Allí mismo decidirán que su búsqueda terminó y comenzó el festín.
Además, no nos olvidemos que el cuero tiene olor a vaca. A pesar de todos los tratamientos, el curtido y las tinturas que involucra la fabricación de calzado, los perros aún reconocen el cuero como una sustancia que no deja de ser un alimento. Un valor agregado es que el cuero se ablanda y se pone más sabroso cuanto más es masticado. Una vez que empiezan a desgastarlo, el cuero les masajea las encías al igual que lo hace el cuero crudo.
Tiene buen sabor, buen olor y también ofrece una buena sensación bucal. ¿Qué más se puede pedir? Sin embargo, cuando a los perros les gusta romper calzado no son muy selectivos. Las zapatillas de lona no resultan tan sabrosas como las de cuero, pero son más fáciles de romper y los perros disfrutan de esos resultados.
Las pantuflas suaves también tienen su atractivo. Por un lado, son cálidas, lo que significa que los pies segregan humedad adicional, eso atrae al perro. Además, todo ese cuero es más de lo que puede resistir el corazón de un perro cazador. Ningún perro cree que esas pantuflas estén vivas, pero se divierten mucho haciendo de cuenta de que es así.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
Fuente: www.infobae.com