No hace falta una buena cama ni un buen pijama. Como se trata de un sueño superficial, se puede dormir hasta en un sillón.
A lo largo de los años, se demostró que dormir unos minutos después del almuerzo podría ayudarnos a recuperar el sueño perdido y asegurarnos un ritmo de vida más sano. No se necesita hacerlo por dos o tres horas, sino que con media hora al día es suficiente para levantarnos renovados.
“No todas las siestas son iguales y muchos factores influyen en lo útiles que pueden ser. Al comprender el papel de la siesta, se puede aprender a tomar descansos efectivos que respalden el reloj interno del cuerpo y mantengan su nivel de energía durante todo el día”, explica a Con Bienestar Celia Daraio (M.N. 77.713), neuróloga especialista en medicina del sueño.
Las siestas de cinco minutos son demasiado breves para alcanzar un sueño lo suficientemente intenso como para producir un beneficio notable. Por otro lado, dormir durante 30 minutos o más le da al cuerpo el tiempo suficiente para entrar en un sueño profundo.
Hay culturas que abarcan desde la mayor parte de Asia y África, hasta gran parte de América Latina y del Sur, que tienen tradiciones de milenios sobre la hora de la siesta.
“No es porque seamos unos holgazanes. Es porque, culturalmente, en los países latinos siempre escuchamos las necesidades de nuestro cuerpo”, dice el doctor Eduard Estivill, especializado en pediatría y neurofisiología y director de una clínica del sueño en España. “El uso de estimulantes como el café o el té es un invento de los países anglosajones: solo hay que ver a qué hora se toman”.
Los soldados también duermen siesta
El manual integral de salud y aptitud física del ejército norteamericano, que no sufría modificaciones desde hacía ocho años, fue rebautizado en octubre de 2020 con el nombre de Holistic Health and Fitness. Otro enfoque, cuyo objetivo es desarrollar “letalidad física y fortaleza mental para ganar rápidamente los combates y volver a casa de forma saludable”.
El proceso que tienen que atravesar los soldados ya no consta únicamente de ejercicios físicos extenuantes. Ahora, tiene capítulos enteros sobre el establecimiento de metas, la visualización del éxito, la preparación espiritual y sobre el arte de la siesta, según detalló The New York Times.
“La siesta es importante porque permite recargar energías para poder transitar la segunda mitad del día de forma lúcida, con más atención y con más energía”, explica a Con Bienestar Mercedes Velán (M.N. 26731), psicóloga especialista en medicina y trastornos del sueño.
La ciencia de la siesta
No dormir la siesta puede incluso llegar a acortar nuestra vida, según explica el neurocientífico Matthew Walker en su libro “Por qué dormimos”.
Un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard decidió cuantificar las consecuencias de dejar de dormir la siesta: las personas estudiadas durante un período de seis años que dejaban este sueño a mitad de la jornada elevaban su riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular en un 37 por ciento. En el caso de los trabajadores, era de un 60 por ciento.
Para dormir una buena siesta, no hace falta una buena cama ni un buen pijama: como se trata de un sueño corto y superficial, se puede dormir la siesta en un sillón, por ejemplo.
Un estudio encontró que cuando los participantes de edad avanzada dormían una siesta después del almuerzo seguido de una actividad moderada por las noches, mostraban una mejor salud mental en general. También, tenían una mejor salud física e informaron tener una mejor calidad de sueño por las noches.
Las siestas cortas por lo general no afectan la calidad del sueño durante la noche. Pero si ya existe el insomnio o la mala calidad del sueño a la noche, dormir la siesta podría empeorar estos problemas.
Fuente: tn.com.ar