Todos los años, con el objetivo de visibilizar la enfermedad y de acompañar al colectivo, el 18 de febrero se conmemora el Día Mundial del Síndrome de Asperger. ¿Qué es y cómo convive la persona con la enfermedad?
El síndrome de Asperger es un trastorno en el desarrollo que afecta fundamentalmente la interacción social recíproca y la comunicación verbal y no verbal. Las personas con Asperger suelen tener comportamientos estereotipados e intereses restringidos en determinados temas sobre los cuales desarrollan un alto grado de conocimiento específico.
Si bien suelen ser personas que destacan por su inteligencia, es habitual que tengan dificultades para el lazo social con otros y una fuerte tendencia al aislamiento.
Todas las personas con síndrome de Asperger comparten algunas características que definen el trastorno y que se manifiestan fundamentalmente en el aspecto social y en el aspecto comportamental. Sin embargo, cada uno de ellos es único y diferente, e indudablemente el potencial desarrollo de su subjetividad no está sujeto al trastorno que padecen sino, por el contrario, al tratamiento y a las condiciones de aceptación del síndrome por parte de su familia y de su entorno.
En ocasiones, el interés está tan focalizado sobre ciertos temas que la interacción social más allá de eso es muy dificultosa. Así es como en el mundo del arte, el cine y la ciencia han destacado famosas personalidades con síndrome de Asperger que han podido potenciar sus intereses y desarrollar la comunicación y los lazos sociales a través de ellos.
Recordemos en esta oportunidad a Bobby Fischer, famoso ajedrecista y campeón mundial entre 1972 y 1975. Es interesante observar que muchas de las «excentricidades» y comportamientos que se le adjudicaban, hoy en día, con las nuevas perspectivas psicoanalíticas y también las múltiples y variadas autopsias psicológicas a las que ha sido sometida su historia, coinciden en que la personalidad de Fischer bajo la forma del síndrome de Asperger. Y son muchos los datos de su niñez que a la luz de hoy nos darían un cuadro de interpretación distinto al que lo sentenció bajo el término «excéntrico».
En un mundo en el que la diversidad tiende a la norma, el síndrome de Asperger se constituye como una forma de desarrollo subjetivo cuyas particularidades lo colocan, en muchas ocasiones, en un lugar de mucho sufrimiento, soledad y desamparo. Como contraparte, el psicoanálisis sigue asumiendo el desafío de proteger la singularidad irreductible a lo universal y de reconocer el potencial subjetivo que habita cada deseo.
En ese marco, el acompañamiento y el tratamiento de las personas con Asperger debería propiciar y favorecer la interacción social y la comunicación a partir del desarrollo de sus intereses y la aceptación de la diferencia. Uno de los signos del síndrome de Asperger son los problemas para comprender los sentimientos de otras personas o para poder expresar los propios.
El Día Mundial del Síndrome de Asperger debe ser una buena oportunidad para concientizar sobre la importancia de la detección temprana de las dificultades asociadas al desarrollo, de la atención integral y de la implementación de políticas públicas inclusivas en educación, trabajo y salud que garanticen la no discriminación y la no estigmatización. Recordemos hoy las palabras de Temple Grandin, «el mundo necesita diferentes tipos de mentes para trabajar juntos», afirma Florencia Casabella, psicoanalista, emprendedora, socia fundadora y directora de Désir Salud.
Fuente: www.airedesantafe.com.ar