Clásico de todos los tiempos, es un juego de cartas que fue del campo a la ciudad y habla de nuestra historia.
El truco que llegó a la Argentina venía de Valencia, España, y se instaló en nuestro territorio gracias a los colonizadores. Poco a poco, entre el campo y las pulperías, lo aprendieron los pueblos originarios y los criollos. Ellos fueron quienes le agregaron nuevas reglas, códigos y maneras de jugar. Sin embargo, no fueron los españoles quienes lo crearon, sino los árabes. Si se jugó en la península ibérica fue porque los moros estuvieron 800 años, durante la Edad Media, en la tierra de dónde luego partieron los conquistadores para América.
La palabra Truco viene de Truk, en árabe. Y hay registro escrito y pictórico de que se jugaba este juego en Asia en los años 1440. Su nombre remite a “truchiman” que significa “intérprete”. Es decir, aquella persona de pocos escrúpulos que se aprovecha del conocimiento de varias lenguas para obtener ventajas mediante engaños. Como fuera, lo cierto es que ha ido cambiando con los años, hasta hacerse popular en Argentina y con los años llegar a países vecinos como Brasil y Chile, además de Venezuela.
En lo concreto, es un juego sencillo donde intervienen 2, 4 o 6 jugadores. Se juega con 40 cartas que se reparten aleatoriamente entre los dos equipos. Los jugadores se pueden enfrentar en grupos o individualmente. El objetivo del juego es vencer al rival en todas las manos, además de proponer retos para que los acepte o rechace. En función de eso se ganarán los puntos. Gana el equipo o jugador que alcance treinta puntos. Aunque también se pueden hacer torneos más largos.
Las modalidades son variables. Se puede jugar mano a mano, cuando solo se enfrentan dos jugadores en una sola mano de treinta puntos. Se puede jugar de a cuatro, armando parejas y pasándose señas ocultas para informar al compañero sobre las cartas de cada uno. Esta es la manera más popular, aceptada y frecuente en nuestro país.Se suele jugar en el Interior del país durante las fiestas patronales, así como en las tardes de playa en la costa argentina y para distender durante los encuentros familiares.
Es fundamentalmente un juego de trampas en la que están habilitadas las mentiras para confundir al oponente. Son engaños legales que solo buscan cantar truco, envido o falta envido para ganar la partida. La clave está en desarrollar esa bien llamada viveza criolla que tiene que ver con la habilidad y astucia de engañar al contrincante haciéndole creer tener una carta alta o, por el contrario, una muy baja. En este sentido es similar al poker.
Fuente: tn.com.ar